Estos días de entrada del invierno, están viviendo unas noches de terror los últimos pollos y gazapos nacidos en otoño en mis corrales, que están siendo diezmados por una familia de comadrejas.
Esto me ha llevado a volver a estudiar la etología de los mustélidos y de entre sus impresionantes características, aparte de la extrema agresividad, la que más me ha hecho pensar es la calidad insuperable de su pelaje corto, pero tenaz, suave y bello; no en balde sus primos los visones y armiños han lucido sus pieles curadas en mantos y gorros de reyes y mariscales, pero que antes, durante milenios, seguro que han sido destinadas a ser la cara interior, la que toca al cuerpo, en los rudos trajes elaborados con otras pieles más grandes y resistentes.
El visón se escribe con uve porque los jeques de la academia quieren que este precioso animal de carne deliciosa y piel de lujo sea conocido porque “se tira pedos”, así, “vissire”, ventosear en Latín, ha dado en “vissio” y en la uve para siempre jamás en Castellano y en casi todas las demás lenguas latinas (e incluso alguna no latina, por simpatía) que lo llaman de forma muy parecida. El necesario recorrido por las lenguas cercanas nos deja claro que aparte de la corriente derivada de “vissio” hay dos o tres troncos principales; “mink” para los germánicos y védicos, “norka” para los eslavos, “sable” para varios alternativos cuyas etimologías se pierden en disquisiciones pero que llevan a los etimólogos a adoptar la idea del mal olor que también se intuye en las mofetas (“buf eta”, las que bufan), porque con la civilización se nos ha olvidado la importancia de las pieles y solo nos quedamos con lo secundario.
De hecho, los cortos pelos que forman la piel del visón, no tienen su capa exterior escamosa como casi todos los demás, sino que la articulación es interior y la capa que la cubre es lisa y muy agradable al contacto como se aprecia en la foto de microscopio (sobre fondo morado), comparada con la de un lince.
En el otro extremo, con un peso más de mil veces superior al del visón, está el bisonte que se escribe con be, porque a los mismos jeques, este bóvido europeo del que reconocen no tener ni idea de donde le viene su nombre, hacen memoria de la pedorrera y como Pokorny dijo que tiene que haber una raíz-prefijo indo europea tal que “weis” que tendría que significar apestar, emanar…, ¡Ya está, los bisontes que también huelen mal y de la “w” germana, viene mejor la be, así que escríbase con be!.
Puede que sea casualidad lo del olor, porque no hay animal que en cautividad huela bien, aunque sabemos de sobra, que olores del reino animal, como el almizcle o el ámbar, pasan de fétidos a aromas insuperables con solo “un toque” de laboratorio, con que un simple enlace químico se doble o se rompa… o puede que el olor siga estando presente, aunque lo esencial en los dos animales de portada sea la condición de su pelaje marcadamente corto, “biz”, raíz de “bizar”, barba, pelo corto de la cara en contraposición de “ül”, pelo largo.
“Biz on” es el pelo óptimo, de “on” bueno, que ha cuajado como “bisón” y se ha corregido a “visón” y “biz sunde”, donde “sunde” es un adjetivo muy próximo a apestoso, que compactado ha dado en “bisonte”, barbudo apestoso.
En portada, visones europeos nacidos en cautividad para evitar su extinción.