Yerto es un adjetivo que solo usa el Castellano y cuyo significado capital es “helado, frígido”, si bien un mensaje sucedáneo o devenido es el de la rigidez o tesura de los cuerpos helados.
El Catalán tiene su equivalente en “ert” (tieso tiene su preciso “tes”), pero no hay nada parecido en ninguno de los lenguajes parientes (“raide” en Francés, “ríxido” en Gallego, “rigido” en Italiano, “rígido” en Portugués y variantes de “rigid” o “stiff” en las germánicas y diferencia notable en Rumano (“intepenit”)), así que aparte de ese “ert”, no hay senda alguna para la afirmación categórica de los académicos, de que su origen sea una alteración del Latín “erectus”, levantado, alto, soberbio, orgulloso… que sincopado a “erctus”, luego la “e” se habría diptongado a “ie” y contraído de “ierectus” a “yertus” y “yerto”.
Semejantes trayectos son fruto de ensoñaciones como las que sufría don Alonso Quijano y tratan de justificar que el mundo comenzó hace dos mil seiscientos años con el Latín en lugar de buscar en otras fuentes de aquí mismo y con argumentos contundentes, así que rematan sus esperpentos con alguna raíz indo europea que “tuvo que existir” aunque aún no hayan dado con ella.
En este caso es “*reg”, recto y de ahí procede todo…
Para explicar yerto, hay que comenzar por negar que el hielo proceda del indeclinable “gelu” (que en Latín es preferentemente “glacies” como el frío es “frigus-frigoris”), sino de la frase “ü el”, agua fría, a partir de la forma arcaica “ü” del agua y del frío, “el”, que en forma de participio, da “ü el tu”, “yeltu”, helado, cuya “l” por efecto del rotacismo, pasa a “r” para dar “yerto”, helado y por tanto, rígido como los burros de la imagen congelados vivos durante una ola de frío en Turquía.