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Hacienda, hisenda…

Solo castellanos y catalanes usan para la institución que gestiona el tesoro nacional este nombre que viene “tan al hilo” para que los latinistas le vean relación con el “facere”, explicando que el gerundio de este verbo, “facienda” (lo que hay que hacer), relacionando así la actividad laboral con la riqueza, fórmula creíble si uno está propenso a ello y renuncia a la abstracción.

¿Hay algo en contra de esta explicación?…

Bastante, comenzando por la forma latina del ente del tesoro, “aerarium”, que podía haberse prestado con éxito a romances y lenguas cercanas, que manejan voces radicalmente distintas del tipo “tesoro, trezorejo, trésorerie, tesouro, tesoro, tessó, tézor, tresaur, tesouraria, trezorerie…”, incluyendo algunas germánicas que usan “treasury” o similares, sin duda relacionadas con “thesaurus”, una idea cultural firme de lo que en euskera actual se llama “ogasun”, relacionado con “ogatu”, pillar, embuchar.

Se está en desacuerdo con que en la época de formarse los idiomas (paleolítico profundo), el modelo de incremento de riqueza tuviera que ver con la sistemática de la -muy posterior- época agraria, que comenzaba con la quema y el abatimiento de las forestas, el desarraigo de las masas radicales, el laboreo, la siembra, la lucha contra plagas y ataques, la agotadora preparación de los sistemas de riego o el pesadísimo drenaje, la cosecha, la preparación de silos y almacenes, la selección y cuidado de semillas, la defensa contra ataques de otras tribus…

En esa época de pastores y recolectores, el producto económico central  no era el mijo sino el ganado y su manejo exigía condiciones intelectuales muy refinadas tales como la atención orientada a la reproducción y selección de razas, el conocimiento de características de hierbas y plantas mayores, fenómenos naturales y etología animal, habilidades para la doma, conocimiento del clima y de los riesgos… pero no era un trabajo  físico agotador comparable al agrario que milenios después esclavizaría a las naciones.

Muchos de los detalles que permiten asegurar eso, son transparentes a partir del euskera, que guarda infinidad de voces que permiten avanzar en lo que no ha quedado escrito y ayudan a reconocer que aquellas generaciones resolvían los problemas de forma sorprendentemente distinta a la actual que es excesivamente dependiente de grandes elementos, organizaciones e instalaciones.

Valga como ejemplo la palabra “estorbo” que oficialmente se explica como originada en el “ex turbare” latino, donde “ex” indica una acción hacia fuera y “turbare”, agitar, desordenar… pero, ¿Qué agita o desordena un estorbo que es expresión de la pasividad más absoluta?.

Es una explicación hiperculta que no se basa en investigación ni inteligencia, sino simplemente en la obsesión que se genera en la idea supremacista de un latín central y original y en el rechazo a cualquier otra opción.

“Estu orpo”, es una frase en vasco que dice “aprieta el tobillo” y estorbo era una rama elástica doblada que se ceñía a una de las manos (patas delanteras) de cualquier ganado y que le permitía dar pasitos, pero le impedía alejarse del grupo. El paso de “estuorpo” a estorbo es elemental, aunque hoy en día se llaman cepos o maniotas y nadie use el nombre original aunque todos entendamos que un cepo es un estorbo.

Con respecto a la etimología de hacienda, conviene repasar el concepto de “enda” en euskera, donde esta voz es sinónimo de ralea, casta, progenie… y la referencia esencial es a los nuevos nacidos de un grupo o rebaño, es decir, el producto separable que el rebaño ha producido (imagen de portada) además del transporte y tiro, el estiércol, la leche, sangre, carne crines y lanas, pieles, huesos, cuernas e intestinos.

Si se tiene en cuenta que “hasi” es la principal forma verbal para expresar el crecimiento, “hasi enda” es claramente el incremento del rebaño, una de las primeras nociones que ha podido haber de riqueza, generadas por el manejo humano.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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