La actitud, el comportamiento impropio de la Facultad de Letras de la UPV con asuntos concretos como Iruña Veleia o “La mano de Irulegui” no es sino la punta de un iceberg que afecta a entes, organismos e institutos vascos[1], algunos con más de un siglo de vida, que se han dotado de una cobertura entre ideológica y cultural cada vez más endogámica, clientelar y cerrada, incapaz de preocuparse de nada de lo ajeno a su “corriente” y que está llevando al Euskera y su campo de influencia a una indigencia alarmante.
La dejación de deberes es creciente y no solo se proyecta en las carencias de productos como el Diccionario General Vasco (conocido como Orotariko) o en el EHHE, Diccionario Histórico Etimológico Vasco, sino en las actitudes de medios de comunicación públicos y pronunciamientos precipitados de políticos y funcionarios en temas nuevos o recidivantes, pero, sobre todo, una sistemática de ignorar a los investigadores particulares y a los grupos y asociaciones de investigación que -con gran esfuerzo- luchan por acercarse a la verdad en mi caso en temas tan vastos como la Etimología propia y de las lenguas cercanas o la Toponimia nuestra y de casi toda Europa
Por eso, tanto el encabezamiento general, como el título de esta ponencia, “Negación del Sustrato Vasco Europeo” quedan cortos, porque las evidencias no son aisladas sino masivas y no es solo en Europa donde se aprecia un sustrato del Euskera especialmente en los nombres de lugares sino que una parte notable del Norte de Asia, oriente medio, el Norte de África, las islas del Mediterráneo y la Macaronesia, plantean una presencia más que casual que un análisis elemental desarrollado por personas con un cierto nivel de conocimiento de nuestra lengua es capaz de mostrar, mientras el extravío y la obcecación de los involucrados en los organismos y entes citados, más que inteligentes, parecen dogmáticos o militares.
El motivo de que esta realidad no se reconozca y estudie no es solo una cosa reciente; tiene varios porqués, unos históricos y otros ideológicos, no pudiéndose descartar los intereses mezquinos de poder y de atribuciones. Todo se inicia en que el modelo de investigación y enseñanza que se comenzó a implantar en el Suroeste europeo en la baja Edad Media centrado en el Cristianismo como moral religiosa y en el Latín como lengua vehicular, no se abrió como cabría haber esperado a la nueva corriente del Renacimiento, sino que se cerró aún más en la convicción de la superioridad clásica de Grecia y Roma y aunque hubo avances continuos en las ciencias, las letras quedaron contaminadas por las creencias previas y sus agentes encontraron una cierta comodidad en seguir aquéllas pautas en lugar de abrir nuevas líneas de investigación.
Con la llegada de la Ilustración, el estímulo a la investigación personal y el hecho de que los sabios no tenían que ganarse la vida con la enseñanza ni someterse a restricciones, surgieron entre los vascos y también entre extranjeros de alto nivel de conocimientos, defensores aislados que planteaban dos cuestiones de amplia proyección, una era que muchos nombres de lugar de España y países cercanos parecían familiares a las composiciones vascas y otra, que mucho léxico de las lenguas latinas (incluso del Latín), se explicaban por el Euskera.
Estas aseveraciones cada vez más fundades e insistentes, llegaron a molestar a los defensores de la línea tradicional que, en lugar de estudiarlas y criticarlas, optaron por oponerse ciegamente a ellas y aprovechando la ironía con la que algunos defensores del cisma les ridiculizaban, acusarles de exagerar con embustes y de carecer de rigor.
Esta forma de venganza desde el poder siempre ha tenido éxito y cinco siglos después de que Antonio de Nebrija planteara el modelo a seguir y ahora, tras un siglo entero de disponer de una Academia de la Lengua Vasca, los sucesivos presidentes, componentes y círculos que viven del negocio que surge de la misma (enseñanza primaria, media y superior, libreros y editores, medios de comunicación, traductores y gestores diversos), no es únicamente que sean pasivos en gran parte de los sucesos en que deberían intervenir, sino que siendo servidores públicos, cuando desarrollan su rol es de forma mezquina para enrocarse en las tesis clásicas y negar cualquier apoyo a investigadores y activistas que tienen que realizar su trabajo con solo sus medios, mientras academia, gobierno, universidades y entes culturales derrochan ingentes cantidades de tiempo y dinero en sustentar y promover teorías, cada vez más escandalosas.
Aquí radica probablemente el problema capital: Que nosotros mismos y nuestras instituciones que derrochan tales recursos, no sienten pruritos morales porque cumplen los reglamentos de sus organismos y entes y no tienen voluntad de atender a las voces críticas que advierten continuamente de lo mal que lo están haciendo, porque eso perjudicaría su comodidad y pondría en riesgo sus poltronas, prestigio y cadenas de poder.
Pero en el último cuarto de siglo, la accesibilidad por vía de Internet a documentación que antes estaba vetada a los investigadores modestos o que -simplemente- era desconocida, unida a la capacidad de comunicación rápida entre interesados y el acceso a casi todas las actividades de investigación en el mundo, está facilitando un soporte cada vez más sólido de las dos cuestiones que se citan arriba, Toponimia y Etimología.
Hoy se van a presentar aquí unos cuantos topónimos de Europa, Asia, África y Macaronesia que son muy conocidos y que aparte de su sonoridad familiar, tienen una explicación coherente y lógica por medio del Euskera. Una presentación de cuarenta o cincuenta minutos, solo brinda la posibilidad de describir someramente una curiosidad que afecta a medio mundo y plantear a los asistentes si les parece más adecuado aportar miles de nombres que muestran una familiaridad indudable -como se hace con Francia y España- o seleccionar unos pocos por cada país, cuyo significado sea contundente, combinando citas temporales irrevocables con significados precisos.
Ambas opciones son posibles y su elección parece que debería determinarse con criterios comerciales para tratar de motivar a los entes culturales que llevan siglos sin querer estudiar con profundidad la lengua vasca.
Porque aún no hay una teoría clara ni un paradigma que explique esa peculiaridad ni siquiera la supervivencia del Euskera en este rincón entre Francia y España que pudiera deberse a que a lo largo de un extenso periodo de varias decenas de miles de años, pueblos nómadas que con sus ganados recorrían parcialmente estas zonas, tuvieran aparte de su lengua particular, otra “lengua franca” parecida al Euskera, con la que en sus repetidos y periódicos encuentros cambiaban información, presentes e incluso matrimonios, en una dinámica armoniosa, estable y que valoraba una vida austera pero interesante, contemplando las maravillas del mundo y poniéndoles nombre.
El aumento persistente de la población fue limitando la amplitud de aquellos movimientos y transformando poco a poco, un mundo dinámico en otro sedentario en el que el conocimiento ya no radicaba en las experiencias de cada día ni en las narraciones de los viejos, sino que se depositaba en bibliotecas y universidades.
Pero miles de años de sucesos olvidados no pueden resumirse en unos párrafos ni las soluciones aquí planteadas pueden ser aceptadas (ni siquiera escuchadas) por los que manejan a ciegas etimologías, onomástica y toponimia desde hace siglos, porque ni siquiera los propios vascos y -menos- los extranjeros que se acercan a nuestra lengua nos podemos explicar la mayor parte de los enigmas. Eso no quita el que a partir de cierto nivel de conocimiento se palpa la certeza de que el Euskera es la herramienta principal para desentrañarlos.
En efecto, sin salir del ámbito vasco, alternamos nombres de lugar y apellidos “recientes” como Artetxe, que todos sabemos lo que significa, con otros que tienen 8.000 años como Lutxana[2] y que recientemente ha sido descifrado, y con muchos más probablemente anteriores como Argalario, Pancorbo o Gijón que se resisten a ser traducidos.
Incluso dentro de una misma aparente familia semántica, hay nombres como Gorostiaga que hasta los niños saben traducir, mientras a Gorozika y a más de 2.000 que terminan en “ica e ika”, no es fácil buscarles explicación.
Cuando esto se extiende a España, Francia, Portugal e incluso allende los Pirineos y Gibraltar, el desafío persiste y la riqueza de casos se multiplica, con lo que surgen nuevos recursos: Así como no hay duda de que Palencia describe una gran zona palustre que se ha desecado y que numerosos “Palacio” no señalan residencias suntuosas (hay más de 1100 en España) sino que tienen el significado contrastado de lugar pantanoso, cualquiera desconfía de esta explicación, prefiriendo la más glamourosa, siendo difícil que ignorantes ni eruditos acepten con convicción ese vuelco etimológico.
Cuanto más se aleja el muestreo del País Vasco, más se difuminan los parentescos, más confusas son sus ortografías y más hay que trabajar grafos y nombres para entenderlos, porque a lo largo de milenios se han sometido a un proceso parecido al geológico, que guarda muchas claves, pero hacen falta varias condiciones para poder desentrañar significados antiguos escondidos en palabras que han mutado desde que se crearon. Aparte de un profundo conocimiento de la evolución de las raíces del Euskera y una gran familiaridad con las lenguas cercanas, es imprescindible un cierto “olfato” para discriminar los nombres de lugar que con menor esfuerzo pueden ser devueltos a su significado original.
Por ejemplo, Gasca, Gascarinas, Gascó, Gascona, Gascones, Gascue, Gascueña, Gasol, Gaspares, Gastapán, Cazabe, Alcázar, Alcazarén, Cazón, Cazalla, Cazorla, Cazador, Casilla, Caz de…, Cazadores, Cazarros Iturria, Cazarones, Cazar, Cazuela, Gazol, Gazules, Gazpacho, Bergaza, Gazadi, Gazaga, Gazala, Gazeta, Gazólaz, Gazteluaga, La Gaza, La Gazala, La Gazarrubia, Lagaza, Guezari, Guezúa, Río Minguez, etc. etc. en España y Gazost, Gurgazu, Les Gazons, Gascogne, etc. en Francia, son lugares con muy alta probabilidad de afloramiento de aguas salinas, originalmente, “gatz”.
El grado de alteración puede ser muy alto incluso en Euskalherría. Por ejemplo, en la “micro toponimia” de Bilbao, una zona llamada Campo Volantín y que los sabios locales explican porque en tiempos hubo una cordelería y “daban vueltas a los cabos”, responde en realidad a que la ría tenía un gran ramal curvo de desagüe o gola, que llamaban “gola handi”, canal que fue rellenado con estériles de mina y olvidado su origen, se llamó “bola handi” y llegó a “volantín”.
Imagen señalando con trazos el antiguo trazado del ramal o “gola”.
En Francia, país mucho menos montañoso que España y con formas suaves, hay infinidad de ejemplos. La cima de Garigliano (Garillano) cerca de Niza equivale al Garellano de Bilbao (la zona alta y llana de la meseta entre Albia y Basurto, donde hace 130 años se implantó el primer Campo de Futbol al lado del Asilo de San Mamés (antigua ermita). Foto de 1914.
Comparada con las laderas que la circundan, es un lugar “llano” (“gar i llano”), concretamente las cimas llanas, tal como se aprecia en el mapa topográfico simplificado, lo que se comprueba en el corte geológico.
Una de las formas que más abunda en España, son lugares rústicos, algunos ya convertidos en poblaciones, que comienzan por “La R…, La Ar… y Lar…, pero lo absolutamente llamativo es la abundancia de nombres de lugar que se refieren a antiguos pastizales (“larr”) en Francia, que supera incluso a España. En la tabla adjunta se puede comparar la semejanza de ambos grupos y la facilidad para determinar su significado.
Ese “larr”, a veces figura unido como “Larrauri”, otras separado como “La Rochele”, “La Reina” o “La Reine”, con coincidencias graciosas como “La Ramera” y “La Ramee”
España | Francia |
La Argaña | La Rabateliere, | |
La Arquilla | La Rabotiere, | |
La Arrieta | La Racaudiere, | |
La Rabadana | La Racherie, | |
La Rabasa, | La Racineuse, | |
La Rabocia, | La Rade, | |
La Rabosella, | La Rafigue, | |
La Racha, | La Rafinie, | |
La Rachina, | La Raganne, | |
La Rada, | La Rague, | |
La Ramera, | La Raho, | |
La Ramira, | La Raie, | |
La Ran | La Raille, | |
La Recaída, | La Rainie, | |
La Rechazona, | La Rallerie, | |
La Redonda, | La Rama, | |
La Real | La Ramasse, | |
La Rein | La Ramaz, | |
La Reina, | La Ramee, | |
La Reineta | La Ramette, | |
La Reinosa | La Rance | |
La Rejona, | La Ranconiere, | |
La Relojera | La Ravoire, | |
La Ren, | La Recherche, | |
La Renda, | La Recheuse, | |
La Reo, | La Recoude, | |
La Repelada, | La Redonne, | |
La Riberilla, | La Regasse, | |
La Rica, | La Reille, | |
La Ripia, | La Reine, | |
La Rivilla, | La Rena, | |
La Rochilla, | La Reole, | |
La Roda, | La Repentance, | |
La Romana, | La Reppe, | |
La Rominilla, | La Rey, | |
La Ronca, | La Rhune | |
La Rondera, | La Reynaude, | |
La Roqueta, | La Ribereta, | |
La Rosa, | La Richardaise, | |
La Rota, | La Riche, | |
La Rovira, | La Rimella, | |
La Rula, | La Rippe, | |
Larra | La Riviere, | |
Larrabea, | La Robine, | |
Larraberría | La Rocamarie, | |
Larrabiel | La Rochelle, | |
Larrabila, | La Rochere, | |
Larrabizker, | La Rochette, | |
Larraco, | La Rode, | |
Larrad | La Rolande, | |
Larraga, | La Romagne, | |
Larraga, | La Romaine, | |
Larragane, | La Romieu, | |
Larrai, | La Ronde, | |
Larraigado | La Roque, | |
Larraín, | La Roquebrussanne, | |
Larrako, | La Roquette, | |
Larramendi, | La Rose, | |
Larraña, | La Rousse, | |
Larrañaga, | La Route, | |
Larraona, | La Rove, | |
Larrauri | La Roviere, | |
Larreche, | La Ruelle, | |
Larregi, | Laroque, | |
Larreina, | Larra Grand, | |
Larrey, | Larra, | |
Larrigo, | Larrau, | |
Larrimpe, | Larre, | |
Larrobora | Larresingle, | |
Larrocha, | Larresore, | |
Larrodrigo | Larret, | |
Larrogain | Larreule, | |
Larrosa, | Larrey, | |
Larrosain | Larrial, | |
Larroste | Larrieule, | |
Larroz | Larrons, | |
Larrubia, | Larronville, | |
Larruez, | ||
Larruscain, | ||
Llegando a, 669 en España y en Francia, no son menos, yo he contado hasta 733
Palacio, Palais, Saint Palais… otro filón que explotar, pero antes de seguir por Europa, conviene dar un salto a Oriente Medio:
Por ejemplo, Galilea que se explica como “Galilaia” (“Γαλιλαια” escrita en griego por primera vez, pero sin significado), nombre que también existe en Larrioja y en Mallorca recibe en realidad su nombre del originario Mar Muerto, lago muerto por la sal, “Lag ile a”, donde “la gü” se ha cambiado por “gal ü”, como en la Galatia[3] turca, en las Galias francesas y en la Galati de Rumanía, dando “gal ilea”, el lago muerto.
Samaria, Samari, Samaritos… se encuentra igualmente en España como Jericó, ciudad cananea que se estima la más antigua del mundo occidental y que la internacional de sabios unidos dice que su nombre deriva del dios lunar Yarij, es más probable que se derive de “serr igo”, cierre alto, la muralla que derribaron los judíos a toque de trompetas y Nazaret, igual que numerosos lugares de Israel, Jordania y alrededores tales que Arava, Arraba, Bania, Belen, Carmelo, Gaza, Golán, Jabalia, Jordán, Macabi, Ramla, Tayibe, Tiberias… son comunes y repetidos en nuestra y en otras geografías, lo cual no quiere decir que se hayan importado, sino que son creaciones de un tiempo, que ahora se están comenzando a descifrar.
La misma Gaza de triste actualidad, se quiere explicar a través de la voz hebrea “azzaz”, ser fuerte, cuando una simple mirada a un mapa geológico muestra la franja compuesta por playas marinas colgadas y por otras ahora sumergidas, que hace seis u ocho mil años fueron lugares con predominio de salinas “gaz a”, nombre que se mantiene inalterado.
También Nazareth, que los hebreos aseguran que significa “rama”, tiene varias réplicas en España (Nazaret (3), Nazar, Nazarillos, Inazares, Nazareto…) y en Portugal, refiriéndose a diques de roca o dunas de arena consolidada (“nasa are”, dique arenoso).
Belén es mucho más frecuente (más de 60 en España); muchas veces en lugares donde en tiempos hubo fangales negros, con gran contenido orgánico, como en Los Llanos de Belén en la zona lagunar del Záncara (en la imagen bajo un cerco azul), a partir “bæl en”, lo negro, lo oscuro. O la Torre de Belém construida sobre limos en la desembocadura del Tajo. Imagen de portada.
No hay que dejar de lado el Sinaí, áspera cordillera pétrea, que finalmente ha dado nombre a toda una península que los entendidos describen como de “etimología oscura”, conocida en el judaísmo por la entrega de las tablas a Moisés, vista desde el Euskera, “zin ai”, describe sin dudas, la peña del juramento, del compromiso… ¿hubo otras gentes antes que los judíos que llamaron así a esas rocas?
En el límite más concurrido entre Europa y Asia, hay un montón de nombres que el Euskera se atreve a traducir con coherencia: Constantinopla, Estambul, Bizancio, Dardanelos, Mármara, Bósforo…
Bélgica es un país de países, su nombre, no viene de “belgh”, fiereza en el invento indoeuropeo (IE), sino de “abel gier”, conductores de ganado, que ha perdido por aféresis la “a” inicial, de igual manera que Ardenas pudiera ser una alteración ligera de “ard enak”, lugar propicio para ovejas, pero también evolución de “xardenak, hardenak”, zona de jarales y Valonia, debería escribirse “balón i a” por la infinidad de lagunas que rodeaban al Mosela…
Superado el Mosela se llega al Rin que quieren que sea Celta y aseguran que su nombre es alteración de una de las formas en la que los celtas llamaban a los ríos, “renos” y que en el Irlandés ha dado “rian”, mar.
Aunque empieza por “erre”, la duda que aún persiste sobre la fuente de origen de este río abre una oportunidad al Euskera a partir de “herri in”, donde “herri” es el origen e “in” el interrogante, ¿dónde nace?.
En cuanto a Suiza, que ellos llaman Helvetia, se resuelve diciendo que la tribu celta de los Elvetii vivía en sus llanuras aluviales, pero quien haya estado en Elizondo y conozca el barrio de Elbete, seguro que le recuerda Suiza y le hace dudar de los celtas, como dudará de que Saboya signifique tierra de abetos, voz que en Euskera indica algo así como zona hinchada, geología prominente…
En lo que atañe al gran Danubio, se le buscan todo tipo de explicaciones, desde celtas a urálicas, con lo sencillamente que se explica su nombre alemán Donau desde el Euskera; “agua distinguida, selecta”… y hacia el Sur, los Alpes, todos empeñados en buscarles un nombre que encaje con su blanco invernal, “albus” en Latín, “alphos” (lepra blanca) en Griego… y al fin con el invento “ *albʰós” en IE, tratando de poner como tontos a los antiguos ciñéndose al color, cuando lo importante de los Alpes es el terrible cierre de rocas que imponen entre la llanura europea y el Mediterráneo, “al pæs” sin paso por el contundente cerco de roca (“har (p) es”, de prosodia muy parecida). Figura.
Austria, merece un recorrido de detalle, pero para muestra basta su río Sill (imposible desligarlo del Sil galaico leonés), donde su garganta “Sillschlucht gorge”, que comparada con las nuestras es humilde, para Centro Europa es un atractivo turístico destacado (“sil” equivale a agujero, sima, zanja…). Imagen siguiente.
En cuanto a Polonia, lo más leído es que “pole” es tanto poste como tierra, y Polonia acaba siendo “tierra de campos” por el arte del birloque (nueva posición), aunque “pol a” es en Euskera una terraza fluvial o marina e incluso la banquisa polar, algo llano y poco elevado, como es Polonia.
En Hungría no se ponen de acuerdo ni en el nombre de la nación, usando a la desesperada la fórmula turca “ono gur”, diez flechas para señalar a diez tribus fundadoras… La condición de máxima fertilidad de la tierra en el eje central N-S del país (ríos Danubio y Tisza en paralelo), antiguo valor más importante que la industria, se explica mejor desde el Euskera “une garai”, “centro florido”. También el calmado Lago Balatón entre los que dicen que deriva del eslavo “blatna”, marjal, y los que apuestan por “bloto”, fango, el Euskera da la razón a los segundos a partir de “bala” fango y “oi-on”, predominante, como efectivamente es su somero fondo de fino lodo.
En los montes Cárpatos, llamados “Karpati” como forma general en los países que los comparten, son un gran sistema montañoso aún no fragmentado por el uso del suelo y que los sabios dicen deberse a que los habitaban los “Carpos”, pueblo dacio, parece una broma para un lugar inhabitable, pero su parte meridional, Los Balcanes, recuerda la frase vasca, “bæel ganak”, las cumbres oscuras, fórmula que se repite en Montenegro y se achaca a la oscuridad de las cumbres de los Alpes Dináricos.
El nombre de Rumanía se explica generalmente como procedente de la ocupación romana, ¡ocupación que solo duró 60 años!; ¿Quién puede creerlo?. País antaño sometido a continuas inundaciones por el Danubio, se puede explicar por “ur manea”, golpeado, afectado por las aguas, que pasó a Rumanea y Rumanía, donde el delta de Galati recuerda las aguas remansadas. Inundación 1970.
Ucrania suele ser explicada por los sabios como derivada de “granitsa”, frontera, nombre de contenido político, que no tenía sentido para los pastores paleolíticos que conociendo el famoso y fértil “cherno ziom”, probablemente la llamaban “ugari ena”, la más fértil y que por una metátesis interior doble, pasó a “ugar ena” y “ugranea”.
En cuanto a Rusia, no puede haber mayor improvisación para una extensión plana gigantesca, que decir que significa “pueblo”, pasando por hipótesis finesas, suecas, bizantinas, alanas… sin acuerdo alguno. Su nombre pudiera venir de “har uts”>“rus”, carente de piedras, nombre coherente con vastas extensiones sedimentarias recientes con muy pocas afloraciones rocosas. Nombre de origen parecido al del río Volga, que debería escribirse “bola ga” por la carencia de bolos de piedra en casi toda su extensión. Estepas rusas Don.
En nombres cortos como el del río Don, es más difícil acercarse a la certeza, pero no es escaso este lexema con el significado de distinguido, selecto y el lago y río con este nombre en Rusia, son destacadamente bellos.
Ural, Urales, Ourales, son nombres abundantes en España, muchos de ellos relacionados con escasez de fuentes de agua. Es posible que la aridez de la vertiente Este, haya dado este nombre a la cordillera “ur ahal”.
La inmensa cordillera Altai, tiene un ciento de réplicas de su nombre (altai…, altay…, aldai…) y parece más acertada la explicación por el Euskera, “altas peñas” que por el turco, “alti”, oro.
El Mar de Aral, es un mar poco profundo y jovencísimo (apenas 10.000 años) que por el uso masivo del agua de sus afluentes, casi ha desaparecido en 60 años, puede haber sido llamado “ara an” (gran planicie) por los pastores que hablaban una lengua parecida al vasco, “n” que mudó a “l” para dar Aral.
O el Caspio, cuyo nombre se resuelve diciendo que en el Sur vivían los “Caspi”, etnia Kazakstaní, en lugar de serlo porque los fuertes vientos del Norte conocidos como Khazri (suena “serzi”, como cierzo), que arrastran copos de sal tierra adentro, fenómeno que en Euskera se diría “katz pio”, proyección de sal.
El lago Baikal tiene dos récords, el de volumen de agua dulce y el de profundidad y eso es lo que significa su nombre n euskera: “Bai kal a”, “verdaderamente profundo” y por lo tanto, no es un nombre mongol (buriato).
Si Europa y Asia han sufrido vaivenes climáticos continuos en los últimos 600.000 años, en el Norte de África los últimos coletazos han sido los más contundentes, alterando radicalmente la fisonomía de los territorios desde el antiguo gran lago Chad hasta las costas y borrando la práctica totalidad de la toponimia antigua, los restos de la cual, han sido alterados de nuevo por la conquista árabe a partir del siglo VII, motivo por el cual la localización de raíces vascas es aún más compleja.
No obstante ese hecho, han persistido algunos nombres de lugar como Bengasi en Libia, donde la parte final del nombre, “Gazi”, indica la presencia de depósitos salinos que a finales del siglo XIX, franceses e italianos registraron con curiosidad. Posiblemente derivado de “men gazi”, mina de sal. Ver imágenes de explotación y acarreo de sal en esa época.
Los entornos -como Egipto[4]– donde la agricultura se desarrolló tempranamente, han perdido completamente los nombres originales por milenios de autosuficiencia y aislamiento para defender su riqueza. Conviene tener en cuenta que este país que los nativos aún llaman “Misr”, es más conocido por el nombre -no nativo- de Exipto, “Exi be tu” o “Lugar bajo cerco”, imposible de entrar, muy probablemente uno de los primeros conflictos entre pastores acostumbrados a visitar sus tierras verdes y los labradores organizados en imperio, que les fueron prohibiendo el paso.
En el extremo occidental, el cabo Espartel, antes Ampelusía, recibía este nombre por el largo acantilado que forma su roquedo: “anpel luse a”, el largo cantil y el de Espartel, posiblemente por el soberbio alcornocal que cubría la falda “espa artelaz”.
Una mínima mención a las islas Canarias, cuyo nombre no se deriva de que hubiera manadas de canes salvajes, sino de sus cumbres principales áridas, “gan are i ak” y que guardan muchos otros topónimos exclarecedores como La Gomera, en realidad “lagu mera”, valiosa laguna central desecada; cuestiones contrastables de forma científica. Laderas áridas del Teide y recreación de La Gomera.
O el Monte Brasil en Isla Terceira de Azores, llamado así por ser una barra litoral estrecha, (“barra ʤil”) nombre que se trasladó a la desembocadura del Amazonas con largas barras de sedimentos, dando origen al Brasil.
Las islas del Mediterráneo, plagadas de nombres de origen euskérico, merecen un capítulo entero solo para ellas desde Menorca a Sicilia, desde Lípari a Córcega, Malta, Gozo, Creta o Chipre.
Imagen de Bilboa River (río Bilboa) Irlanda.
Lo mismo con numerosos ríos de Europa y Asia: KABRAGH, ERNE, MAHON, TORRENT, UAD, DEE, ARA, BILBOA (Irlanda); OKER, EDER, ISAR (Alemania, Austria); SAMBRE (Belgica); EEA, DEE, BELA, BELAH, LUNE (U.K.); SANGRO, TORRE, ARNO, ALCANTARA, ARRONE, CASTELLANO, CONCA, ELVO, ERRO, ESARO, EGA (Italia); GALLINAS, TORRE, PAVIA, SECO, ARNOIA, EGA (Portugal); BARGELEUNNE, SENA, RHONE (Larrun) (Francia), IZHORA, POLA, SEIM, LABA, LAMA, ANDI, BELAYA, ANISH, VELUGA, OKA, YAUZA, UZOLA, VIGA, OB, TURA, UY, KATUN, PUR, ANGARA, UDA, LENA, AMUR, ZEYA, NEVA, OSUGA, SESUPE, USSURI, VOLGA (Rusia)…
[1] Aparte de los Departamentos de Cultura y Política Lingüística de la Comunidad y Diputaciones, organismos autónomos, entes e instituciones que van desde la Academia de la Lengua Vasca hasta el Instituto Etxepare, pasando por el Instituto de Alfabetización y Reeuskaldunización de Adultos, el Instituto Cultural Vasco, el Grupo EUDIA de la UPV, incluso Eusko Ikaskuntza y la Sociedad Bascongada de Amigos del País.
[2] Se sabe con certeza científica.
[3] Que nada tiene que ver con galos ni celtas.
[4] Cuyo significado nadie acierta a explicar.