Pocos espectáculos invernales de imagen y sonido pueden compararse a la llegada de los bandos de grullas que han estado pastando en las dehesas de Extremadura y Castilla meridional y vuelven con el ocaso a sus dormideros con gran estrépito de trompetas y vuelo bajo.
Mediados los noventa, tuve la ocasión de contemplar estos movimientos diarios escondido entre ruinas y bosquetes y acompañado de los mejores biólogos del momento, cuando ensayábamos la efectividad de unas balizas[1] para evitar que los bandos de aves chocaran con las líneas eléctricas.
Las grullas son unas aves grandes y majestuosas que pueden observarse con cierta comodidad cuando pastan y comen bellotas, saltamontes y otras delicias de las dehesas, pero que al anochecer se sienten vulnerables ante el ataque de zorros y otros predadores que no hibernan y para evitar su ataque, gustan de dormir apretadas en lagunas someras, arrozales y grandes charcas que sus predadores evitan o si se aventuran, el chapoteo las avisa de la emergencia. Imagen de portada.
Lo oficial es que su nombre viene del latín “gruis”, pero no hay explicación razonada para tal nombre, que -en cambio- el euskera[2] explica como “kru eilla”, las que emiten “kru”, trompeteo ensordecedor que surge del bando cuando vuelan en grupo.
Que el nombre es antiguo lo demuestra el hecho de que la grulla aparece más de doscientas veces en la toponimia española de varias regiones, generalmente como “La Grulla” en forma simple o complementada por elementos como Arroyo, Cañada, Collado, Fuente, Nava, Ojos, Poza, Val… de la Grulla.
Un repaso por algunos de los lugares que llevan el nombre de “La Grulla” ayuda a explicar un fenómeno lingüístico que no es raro y que consiste en que muchos de estos lugares, generalmente de pequeña dimensión, no eran dormideros de grullas, sino que inicialmente se llamaban “u i a”, aguazal, de la forma original del agua, “u” con el pluralizador, “i” y el artículo correspondiente.
Posteriormente, el agua pasó al actual “ur” y a algunos lagos se les denominó “la (g) ur”, forma evolucionada de combinar “la”, que indica retención, con “ur”, agua, conservándose ambas formas, “lagur uia”, que acabó asimilándose a La Grulla.
Véanse algunos casos en que figura grulla en singular: En tierra de campos, un poco por encima del canal de Frómista y muy cerca de un lugar llamado “La Lagunilla”, está La Grulla.
Cerca de Otero de Bodas en Zamora, donde solo queda un charco de diez metros, en Coreses, Palencia y en Coca, Segovia, en una zona plagada de pozos de riego, como al Norte de Zarza de Montánchez, en Abertura y en Gévora; también en Valdetorres, Guadiana, junto al canal del Zújar, aprovechándose para hacer un reservorio… siguientes mapas.
En Torremejía, junto a otros indicios de aguas superficiales, en La Serena, entre pozos y charcas, cerca de Olmedo y en Cantalejo, en un lugar con varias lagunas.
Cerca de Vitigudino, en un paramito del que nacen varios arroyos, en Zarzalejo está una de las Laguna de la Grulla, no de “las Grullas”.
En el río Masegosillo (afluente del Cabriel) en una zona húmeda transformada en cultivos y en lagunas de tratamiento de aguas; cerca de Moraleja, en una falda en que varios arroyos muestran lagunitas de hasta cuarenta metros en sus cursos, en la Mesa de Ocaña, en la cañada de los Chorros, Cuenca (imagen siguiente), en varios lugares con pozos, entre Broxas y Aliseda; al Norte de Orgaz, La Grulla y Prado de La Grulla, en un entorno con aguas freáticas someras, en Consuegra, en la cabecera del Guadiana, Campo de Zafra, los Pedroches, Venta de los Santos, Jaén, en el río Saladillo, Porcuna, Huelva.
Incluso en un pico de la Sierra de Muriellos, Asturias, a casi 1.100 metros, donde hay indicios de que hubo una modesta charca de apenas 30 metros.
Otra Laguna de la Grulla de apenas una hectárea en el Bierzo que está siendo aterrada con escombros de cantera, a casi 1000 metros de cota (foto) y en el Puerto de la Pedraja, Burgos, una laguna más, esta llamada “de las Grullas”, en plural, ahora en medio de un bosque cerrado.
Además de lagunas, aparecen lavajos, navajos y navas “de la grulla”; también algún “ojo de la grulla”, obviamente un pozo, que cuando están en singular, ni por localización ni dimensión parecen referirse a dormideros.
[1] Balizas que desarrolló con nosotros la empresa navarra Saprem y que ahora se ven por todo el mundo.
[2] El nombre que figura en diccionarios, “garabia”, formado por “gara”, lo alto y “bia” encaminar, corresponde a las grúas, siendo una de las explicaciones cultistas ridículas, la de explicar que las plumas articuladas de las grúas dieron nombre al ave por su cuello en zig-zag. Vamos, que hubo que esperar al siglo XIX para que la semejanza con las grúas diera nombre a un ave primitiva…