El símbolo más genuino del pueblito burgalés de Cillaperlata, es la columna pétrea denominada La Isa, que los sabios locales asesorados por los capitalinos y estos por la Academia, han decidido que su nombre es así por ser una contracción de “La Dehesa”, el nombre del entorno inmediato, de igual manera que ya “tiempo ha” determinaron que Cillaperlata era la alteración de “cella” (celda) y “petra lata” (piedra amplia) por las cavidades que hay bajo el pueblo, todo ello, obviamente deducido de sus amplísimos conocimientos de Latín.
¡Vaya genios!
A un par de kilómetros hacia el Sureste hay otro mogote pétreo que pertenece al mismo paquete de rocas sedimentarias y que llaman Peña La Yedra; ambas tienen un nombre que se refiere a su estructura lítica y ni aquélla tiene que ver con la dehesa que hay a su alrededor ni esta con que haya hiedra.
Escríbase La Isa de otra manera, “lai tza”; “lai” son las hendiduras rectilíneas y “tza” la expresión de su abundancia, significando en conjunto, “la acanalada”.
En la imagen, dehesa y peña acanalada de La Isa.
Para La Yedra, la explicación es parecida, “lai” surcos, resaltos; “dra”, arrastrada, desplazada, seguramente porque los estratos parecen escalones que se han formado al desplazarse los estratos.
En el mapa de portada se indican las localizaciones de las cuevas en el estrecho de Cillaperlata por donde ahora se cuela el Ebro cómodamente, de La Isa y de La Yedra.
Cillaperlata si lleva el mensaje de las cuevas, pero no en “zil”, que se refiere al estrecho, sino en “aper”, cobijo, pórtico, refugio.
Esto se tratará en un próximo análisis toponímico.
