Ceferino, seguidor de Eukele.com, me sugería que en las “Caballo Mountains” de Nuevo México “no hay caballos de cuatro patas” y que el nombre pudo haber sido puesto por los primeros exploradores españoles, entre los que habría vascos… y son verosímiles ambas condiciones, porque los marinos y soldados vascos eran numerosos y porque esa cadena montañosa no es un mar de praderas sino una zona semi desértica, pedregosa y áspera, indeseable para caballos, aunque los hubiera en las tierras bajas. Foto de portada.
Zona llamada así desde el comienzo del siglo XVI y alejada miles de kilómetros de los entornos de La Florida, donde se sabe que a mediados de ese mismo siglo se escaparon a los españoles varios caballos y yeguas que pasados los siglos se asilvestrarían y multiplicarían de forma sorprendente por la ausencia de predadores para ir llenando las grandes praderas de Norte América de bravos caballos salvajes o “mustangs”[1] .
Estos nuevos habitantes que llenaron las llanuras de relinchos y correrías debieron maravillar a los indios nómadas pedestres que pronto aprendieron a domarlos, montarlos y a salirse de sus fronteras tradicionales, llegándoles una época de gloria de cacerías y escaramuzas con otros indios, que acabaría en desastre cuando los enfrentamientos fueron con los colonos europeos que marchaban imparables hacia el oeste, así que los caballos no pudieron dar nombre a esas montañas, porque en esa época los “mustang” recién escapados, aún no habían superado el Misissipi, así que puede que Ceferino esté en lo cierto.
Son montañas rocosas y aunque en USA se dicen llamar así porque por ellas vagaban recuas de caballos, es probable que las numerosas bocas de cueva que aparecen a media altura de sus mayores acantilados y que dieron base a muchas leyendas de oro y riquezas enterradas (ver foto siguiente), sean -en realidad- las responsables del nombre.
Zona de geología muy variada, que recoge desde rocas de la era primaria hasta la terciaria, en algunas zonas sedimentarias se produjeron erosiones naturales en los estratos blandos, como hay fracturas por movimientos corticales y -en algunas-, abundantes indicios de que fueron visitadas en los últimos 13.000 años, como hay leyendas de ríos interiores que arrastran pepitas de oro y de que Jerónimo se escondía en ellas.
La imagen siguiente es la carátula de uno de los videos de aficionados que las describen.
La cuestión es que “kab”, además de designar a un hoyo o receptáculo en el suelo, como un nido o una cavidad indefinida, es la raíz de las cavas vinícolas tan famosas ahora, como escondidas y ocultas antes.
Si se considera que las grandes paredes rocosas verticales se llamaban “aʤ o”, donde la primera parte, originalmente roca, ha evolucionado con el tiempo y con los condicionantes ortográficos a formas como “ai, ay, aj, atx, ach, aitx, all, añ…” y el final “o”, suele ser un aumentativo o una forma reducida de “or”, elevado, una frase como “kab aʤ o”, que significaba “cuevas en la roca vertical” ó, “cuevas en la roca grande”, han podido evolucionar a “caballo”, un sonido mucho más familiar para hispanos y aún para hablantes de inglés.
Hay cientos de casos parecidos en la toponimia de la vieja Europa, pero hasta ahora no solo se contaban como bromas, nombres como Apalaches (“apal atx” significa rocas redondeadas), Arizona, California, Massachusetts y otros, con clara fonología vasca y significados no disparatados.
[1] Ver la explicación sobre Mustang en Eukele.com