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“Lease”, en inglés, soltar, aflojar, dejar…

A poco que se busque en la “etimología global”, esto es lo abreviado sobre el verbo “to lease”: “late Middle English: from Old French lais, leis, from lesser, laissier ‘let, leave’, from Latin laxare ‘make loose’, from laxus ‘loose, lax’….”

Es decir, el “laxare”, hipotéticamente latino, pasó al “lais” francés y de ahí, al inglés.

Si se quiere ampliar información, en Etimoline hay algo más:

“lease (v.)

“Late 15c., «to take a lease,» from Anglo-French lesser (13c.), Old French laissier «to let, let go, let out, leave» «to let, allow, permit; bequeath, leave,» from Latin laxare «loosen, open, make wide,» from laxus «loose» (from PIE root *sleg- «be slack, be languid»). Medial -x- in Latin tends to become -ss- or -s- in French (compare cuisse from coxa). The Latin verb also is the source of Spanish laxar; Italian lasciare «leave,» lassare «loosen.»”, es decir, lo mismo, que el francés hizo de lanzadera al mundo de una voz netamente latina para que llegara al español… y añado, al italiano y ligur “rilasciare, relasciâ”, al húngaro “lazítsa meg”, al islandés “losa”…

El mundo al revés.

Terreros, que tenía ascendencia vasca, ya incluía a mediados del XVIII la forma vasca, ignorada deliberadamente por la oficialidad sobrevenida.

Los diccionarios y páginas oficiales o de seriedad reconocida en España, no compiten con esas sentencias, aunque deberían, porque, como se explica a continuación, el origen es del euskera y la lengua vasca tiene en este territorio su representación más potente, pero la inercia académica es tan fuerte, que no hay doctor, licenciado ni becario que se atreva a salirse del lacónico “laxus” latino y -como mucho- sugerir que quizá el latín lo tomara de una forma indoeuropea imaginaria, tal que el *sleg que se cita arriba; nada local, por supuesto.

La clave está en que la raíz vasca “la”, se aplica a todas las uniones forzadas; esto es, a las resueltas por clavijas (“la rako”), por adhesivos (“la ka”), por ataduras (“la djo”), por vacío o succión (“la pa”), por unión aceitosa de la lanolina para crear hilos compuestos (“la na”), pero también a productos naturales como la roca en láminas separables (“la axa[1]”) transformada hoy en laja, pero que lleva el mensaje de peña unida (exfoliable). Ver figura siguiente.

Para concluir, no hay quien dude que la negación básica en vasco se concreta en “ez”, con un sonido sibilante, que al ser tomada en préstamo, suele transponerse en “ex, es”; así, “la ez” (“laes”), con que se denuncia en euskera la relajación de la unión, se transformó no solo en el latín, sino en otros romances y en algunas lenguas germánicas, en diversas variantes; en aquel, dio “laxus”; en francés antiguo “lais”, en inglés “lease”… todas ellas, partiendo de la forma vasca, la única que puede explicar fondo y proceso.

[1] Ax, atx, ai; es peña.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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