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Mostaza

Antes de que (allá por el final de los cincuenta) llegaran los perritos calientes a las ferias de las ciudades y de algunos pueblos grandes en unas originales “DKV” cuya ventana lateral se abría y que llamábamos ( o se llamaban) “Salchichauto”, la mostaza era desconocida en las familias que no hubieran viajado a los Estados Unidos o que no tuvieran marinos mercantes que navegaran en “los panameños”[1] y que -a veces- traían  unos frascos con “Hot Dogs” y otros con “Mustard Sauce” que desaparecían la misma tarde de la llegada.

Es cierto que algunos de los que atendíamos en la misa de los domingos, sabíamos que había una parábola que hablaba de una semilla muy pequeña, casi invisible, que daba una hortaliza enorme, pero poco más. Imagen de Portada.

El caso es que con la proliferación de carnes procesadas y de salchichas tipo Frankfurt, ya en todos los frigoríficos hay un bote o un tubo de mostaza, de la que ignoramos casi todo. En primer lugar, aunque la última moda llegara de América, hay consenso entre los botánicos que tienen argumentos para plantear su origen como “mediterráneo” y luego se extendió a otras tierras lejanas, luego es lógico que tuviera un nombre autóctono.

En cuanto a este nombre, si vamos a lo oficial, aunque su apelación en griego (recogido desde antiguo) sonaba tal que “sinapis” y los latinos también la llamaban así, pero que la tentación de querer que todo venga del latín ha llevado a los lingüistas amantes de esa idealización a truculentas invenciones a las que apenas nadie presta atención y así van copiándose de uno en otro documento hasta aparecer en todas partes. Para la mostaza, han discurrido que los romanos hacían una salsa con mosto y semillas de mostaza y la llamaban “mustacea” y de ahí arranca el nombre.

Esto es, antes de la salsa, la mostaza no tenía nombre y lo tomó de un derivado…absurdo.

Lo cierto es que “mustäceum” era una torta que se hacía con vino dulce y laurel, pero que nada tenía que ver con las semillitas de mostaza, semillas que tienen un nombre claramente explicado desde el euskera que se basa en su condición más evidente: El minúsculo tamaño.

“Aza” es la raíz genérica para las semillas.

Por otra parte, “mus”; el mus del juego del mus, no es un acrónimo misterioso, sino una raíz adjetival vasca que hace referencia a algo minúsculo, despreciable (en este caso, las semillas); así, “mus (t) aza”, donde la “t” se utiliza con frecuencia para enlazar el hiato que se da entre “s” y “a”, nos deja el bonito nombre de “mustaza”, semillas minúsculas”, que siglos de ortografía han dejado en mostaza, mostrando una vez más que aparte de lenguas como el italiano, que conservan el “senape” griego, son los romances españoles (castellano, gallego, catalán), los que menos alteran las formas vernáculas, ya que la gran mayoría de los demás se alejan tanto del original, que desde ellos es difícil dar con el verdadero origen.

[1] Barcos que hacían el recorrido marino entre ambas costas de USA, pasando por el canal de Panamá y que eran famosos porque los viajes relativamente rápidos de altas latitudes hasta el canal y volver a subir, hacían que muchos marinos perdieran la cabeza.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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