En los lejanos años cincuenta, se oía a diario a Nat King Cole cantar boleros y entre ellos uno que mi madre susurraba acompañando entre toques al “voltímetro” de la Telefunken de siete lámparas y ojo mágico sobre la que estaba el reloj despertador, los dos únicos aparatos en casa…
El estribillo decía así:
Ansiedad
De tenerte en mis brazos
Musitando palabras de amor
Ansiedad
De tener tus encantos
Y en la boca volverte a besar.
Ya casi nadie dice musitar, que antes se usaba mucho en castellano y catalán, mientras casi todas las lenguas cercanas dicen “murmurar” (que, obviamente no tiene el mismo “feeling”) así que y se me ha ocurrido buscar de donde dicen los sabios que viene, resultando que lo asignan a “musso”, hablar entre dientes, cuyo frecuentativo sería “mussito”. Consulta cerrada.
Como mucho, algunos académicos se extienden para certificar que “aunque no la hayan encontrado, tiene que haber habido una partícula IE tal que “mu”, que expresara sonidos con los labios cerrados”.
Como de costumbre, los pretenciosos hipercultos no han dedicado un minuto al euskera ni explican para los novicios que murmurar (generalmente con intención aviesa) no es lo mismo que el dulce musitar ni lleva la misma intención de quienes hablan entre dientes como tramando una venganza, sino que es una comunicación íntima, de acercamiento y de proyecto…
“Mus” en euskera son los labios e “ita, itandu” es comunicar, confesar, declarar, de manera que no hay duda posible en que “mus ita”, se refería y se refiere a una comunicación íntima, entre labios.
¡Cuánto hay que corregir en los diccionarios!