El investigador inocente que busque el origen del nombre de Vitoria, se encontrará en todas partes la explicación de que “la impuso el rey navarro Sancho el Sabio, en el año 1181; como es sabido, el monarca llamó a la villa Nova Victoria”, la puso con un nombre propagandístico en el documento fundacional, que no refleja hecho alguno de armas…, si te lo crees, bien, pero hay que tener mucha fe para asumir que la ocurrencia de un rey sobre un asunto no sucedido, pudiera haber tenido la fuerza suficiente para quitarle la imprescindible “c” y conservar el nombre -casi- durante todo un milenio.
El segundo nombre, “Gasteiz” ha figurado ya en el siglo XI en la contabilidad del Monasterio de San Millán como “Gastehiz”, anotando las rejas[1] que aportaba como renta, pero este nombre se disolvió en el tiempo y ha sido recuperado en la época romántica, habiendo sido asignado por la erudición a Vitoria en base a lo que se cita en el acta fundacional de Sancho, pero sin confirmación real.
Se sospecha la que este nombre de “Bitoria” perteneció originalmente a la colina de 600 x300 metros de ejes señalada en verde en el centro de la mancha urbana del siguiente mapa (dibujo de portada con Santa María al norte de la colina), en la que se marcan las cotas de otros puntos del llano y en cuyas laderas a lo largo del medievo se fue consolidando la ciudad.

Esta colina, con una cota de 545 metros era una atalaya formidable para otear una superficie de unas 12.000 has. que conforman la parte inferior de la Llanada Alavesa (la mitad de ellas, hoy suelo urbano), el cuenco que forman las riberas de los ríos Batán, Iruña, Errekalehor, Alegría, Zaia y el propio Zadorra que los recoge (siguiente figura).

Se postula (y los datos de San Millan lo apoyan) que, en la alta edad media, los núcleos rurales en esta zona llana y fértil de origen lacustre eran de pequeño tamaño (entre 10 y 40 vecinos), separados unos dos kilómetros y regularmente dispersos para no alargar demasiado los itinerarios de trabajo. Los labrantíos podían ser de una 5 has. por vecino y el arbolado, una o dos adicionales.
La única “anormalidad” en el entorno llano, era la loma de Anda ó Bitoria, colina que es probable que conservara su arbolado (quercíneas) más tiempo que las fértiles riberas y que fuera un proceso lento el de ir incorporando nuevas tierras de labrantío a costa de las talas, rozas y artigas que iban sumando cada año más tierras a la nueva entidad de “Gastehiz”, cuyo nombre posiblemente se origina en “garde eiz[2]” o monte aclarado.
En cuanto a “bitoria”, hay que decir que no es un nombre solitario; muy cerca, en la cuenca del Baias está Bitoriano, en Lugo hay una aldea llamada A Vitoria, en Salamanca un Arroyo de Vitoria, en Gredos una Cerca de la Vitoria, en el Maestrazgo El Corral de la Vitoria y en la Sierra de Almadén, una Fuente de la Vitoria. En Tenerife una Galería Vitoria y en León, cerca de Cistierna, una Valleja de Vitoria y en tierras mestas de Guadix, una Vereda de Vitoria y varios lugares con ese apellido.
Cierto es que la forma “victoria” es diez veces más frecuente, aunque se sospecha que, quitando los neologismos, en la mitad de ellas sobre la “c” y en origen fueron “vitoria ó bitoria”, como la nuestra.
¿Su significado? En el caso alavés parece ser la evolución de “bitt or (i) a”, donde “bitt, bits”[3] es la singularidad o rareza, no pocas veces lo bello[4]. “Or” es la elevación u otero y “a” el artículo, haciendo la “i” de consonante de enlace para suavizar el sonido “ora” a “oria”; en resumen, el bello otero.
Seguramente las laderas se llamaban Gasteiz y la loma ya se llamaba Bitoria cuando al Rey Sancho se le ocurrió fundar la ciudad que ya estaba en ciernes y como el nombre que ya tenía el predio era sugerente, le añadió el toque culto y la dejó en Victoria… Pero la realidad es tozuda y los paisanos se la han vuelto a quitar: Vitoria-Gasteiz.
[1] Reja, la reja del arado es una voz que nos juran que viene de “regula”, regla y esta, del rey “regis”, pero es difícil de creer que llamándose en latín a tal utensilio “vomer-vomeris”, aquí se recurriera a la fantasía de una regla. Muy al contrario, la reja en euskera se llamaba “exa” y cuando eran de piedra, su nombre era “har exa”, que perdida la vocal inicial por aféresis y con el proceso de suplantación de la “x” por “j”, quedó en reja.
[2] “eiz”, “iz” se encuentra a menudo como espesura, monte.
[3] El mismo sonido del bicho.
[4] Es el caso del “bijoux” francés, joya, que en realidad es un bicho en euskera; un escarabajo brillante

Buenas, gracias por tu maravilloso trabajo. Mi hipótesis es Bi-iturri-a. La de las dos fuentes, por los dos arroyo que circunda el otero.
Hola Raul; no digo que no sea posible, pero la «r» no es vibrante, sino como en «or», elevado y tampoco se suele llamar iturri a un arroyo y casi todos los oteros alargados están circundados por arroyos, pero todo es posible…
Saludos.