¡Manda huevos! Que diría de nuevo Trillo si supiera euskera…
He buscado la etimología de este verbo que solo los portugueses (alcançar) dicen como los castellanos, el “assequor, consequor” latino, que otros valoran como “pervenire” y los franceses dicen “atteindre”, pero nadie relaciona con los talones… excepto los lingüistas a quienes se les debe haber pegado la hoja que habla del vascuence y dicen que viene de “al calcix”, el talón latino con el influjo árabe “al”.
De lo que no andan escasos, es de esa mezcla de literatura y marcialismo de que se nutrían los imperios antes de Internet; así se imaginan el talón de un desertor y a los legionarios persiguiendo sus huellas… para darle “al calcix”.
Vaya genios que nos han dejado desde San Agustín a Michelena, pasando por San Isidoro, Paulo Orosio, Antonio Lebrija, López Madero, Sánchez de las Brozas, Florián Ocampo, Bernardo Aldrete, Gregorio Mayans, Pedro Felipe Monlau, Ramón Cabrera y Menéndez Pidal una birria de diccionario que la IA va a descuartizar en cuanto comience a usarse para el objetivo de la etimología…
Quizás es un poco prematuro asignar ya un origen más lógico a la idea de alcanzar, pero lo que es seguro es que nunca se ha basado en “echar mano al talón del mercenario que huía…”
El sentido común dice que mucho antes que perseguir mercenarios, se perseguía a piezas de caza…, aunque ahora que no está de moda la caza sería raro que alguien se acordara de la leyenda de un corredor de fondo palentino de los años sesenta, que se decía que “entrenaba persiguiendo y cansando a las perdices”. Imagen.
Por ejemplo, para el verbo “cansar”, una de las cuarenta primeras voces que usa un niño de madre castellana, portuguesa, gallega o catalana y que casi todo el mundo en estos lugares usa una vez al día: “estoy cansada, ahora no…”, “no te cansas de comer”, “date un paseo y cansa al perro…”, “el 9 está cansado, pierde el balón…” estas preclaras inteligencias haciéndose eco de un hispanista ruso, nos dice que este verbo “es una hibridación del latín “quassare” (dar golpes) y su frecuentativo “quatere” que viene directo de una raíz indoeuropea imaginaria “*kwet”, sacudir y del verbo “campsare”, doblar un cabo y tomar otra derrota… dando cansar.
¿Quién puede avalar esta bobada?.
Cierto que ni el “fatigo” latino ni el “haurio hausi haustium” (de agotar), ni la pesadez (“gravere”) ni los derivados de la escasez de aire (“pne…”) o del estancamiento han dejado mella en un “cansa” que solo portugueses, gallegos, catalanes, vascos y occitanos dicen con igual sonido, “cansa, kantsa…”, con lo que pudiera concluirse que tiene marchamo ibérico, que no hay forma de encajarlo con el latín ni con el sánscrito.
La pena es que si los académicos de la española son zotes, los de la vasca son un azote, porque aún cuando todos los dialectos vascos usan “kantsa” para la saturación física o psíquica, para el estado de rechazo de cualquier iniciativa, nuestros diccionarios no la incluyen (quizás porque les suena a griego a sus autores y editores…), prefiriendo “aspertu, nekatu, aitu, akitu, unatu, aunatu, nardatu, albaindu…”, ninguna tan expresiva como el participio “kantsata”, usado a diario, pero que se toma como préstamo.
Reconociendo lo “inmaduro” de la verdadera etimología, hay motivos de sospecha en muchos postulados, por ejemplo, si se busca la etimología de “gancho”, estos asesores hipercultos, dicen que “La palabra «gancho»… es antigua en castellano y portugués, y su origen es incierto, probablemente prerromano. Se extendió al árabe hispánico y magrebí, al turco, a los varios idiomas balcánicos, al catalán, al galorrománico y al italiano…”
“Ahal gantzu”, alkanzu, “har gantzu”[1]alcanzo, poder hacer presa a algo, es una pequeña oración vasca, compuesta por “ahal” ó “har”, poder, conseguir ó sujetar y “gantzu”, aferrar, que no aparece -para nada- en ninguno de los ensayos de estos genios que prefieren irse a hibridar el árabe con el latín en vez de escuchar a los viejos que aún “piensan en vascuence…”
O bien se pasan de renglón y dicen que Según Corominas, “podría venir del céltico *ganskio (rama) que dio geska en irlandés.”
O del griego “kampylos”, curvado o del francés “ganse”, cordón…; es decir, dan media vuelta al mundo en vez de echar una “pensada” a los documentos del comienzo de la Ilustración, como el Diccionario trilingüe de Manuel Larramendi donde un derivado de “gantzu”; “ganzua”, se explicaba como “vascongada”:
Así, aunque la propia academia dice que la ganzúa viene: “Del vasco gantzua. 1. f. Alambre fuerte y doblado por una punta, a modo de garfio, con que, a falta de llave, pueden correrse los pestillos de las cerraduras.”, no censura a los paracaidistas que andan por medio mundo para evitar el vértigo que les da un vascuence del que lo ignoran todo.
Esta sección merece un repaso, así que queda pendiente de pulido.
[1] “Har” es -entre otras- la raíz de coger, prender, echar la garra y “har gantzu”, sujetar algo con un útil que pudo ser una rama ganchuda.