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Gracia

Voz de muchas acepciones, como ya lo decía Esteban Covarrubias en su Tesoro, la gracia viene (oficialmente) del latín “gratia” y sirve lo mismo para indicar que es un regalo, algo dado, como tener buena opinión, estar dispuesto a hacer favores; también tener donaire y agrado, dar gracia  a algo es darle talle y espíritu, caer en gracia es predisponer a una buena conclusión… gracias son las indulgencias que conceden los Papas y muy principal es la Gracia Divina, esa que los profetas designaban como un fuego y los pintores representan como llamas sobre las cabezas de los agraciados (como en el trozo superior del cuadro del Greco de la Gracia en Pentecostés en portada).

No se ha avanzado mucho desde la Ilustración, ya que en los documentos públicos y en los sociales sigue diciéndose lo mismo que Covarrubias; que viene del latín “gratia”, variante de “gratus”, agradable con el sufijo “ía” de cualidad.

Es decir, la gracia no es un concepto sino un adjetivo nacido así: “gratus”. Punto final para siempre.

Pero cuando tienes cierta edad y malicia, si conoces la forma en que vivían nuestros antepasados, sus vicisitudes de cada día y la estimulante sensación (ahora perdida) de resolver problemas vitales era como un acicate para disfrutar de esa vida inexplicable y si conoces lo profundo del euskera y sus raíces, no te crees esas soluciones cultistas de una lengua urbana de un imperio…

Gracia, se parece mucho en su fonología y hasta en el acento, a “gar hazia”, que en vasco significa llama franca, llama estable, llama en crecimiento… Una llama que no es una brasita titubeante que amenaza colapsar sino una lumbre que ya pide combustible y aire, que quiere crecer y ser fuego[1]. En ese momento, cuando la llama era “garhazia”, ya sabían que esa noche habría hoguera y calor, que podrían asar algo y luego dormir alrededor y ese nombre se transformó en “gracia”, en “gracias” y lo convirtieron en un don divino, por eso la gracia se pinta como un fuego rampante y vivaz.

El vasco estaba en el sustrato europeo occidental y por eso las lenguas latinas (y alguna más) la llaman de forma parecida, graça, grazia, graza, grâce, gràcia, grace… y solo los rumanos que están más lejos, le llaman “har”.

[1] Fuego, que no viene de “focus”, sino de “phu ego”, la forma original que viene a decir: “aguanta el soplido”, esto promete. Nos han contado la Etimología al revés.

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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