La horda, expresión común con ligeras variaciones en las lenguas cercanas, pero que no existe en latín, se explica en los medios “cultos” como procedente del tártaro (o del proto turco) “urdu” y suele insistir en que así se llamaba la tienda del Kan, haciéndose común en Europa a partir del siglo XIII.
Nadie suele discutir estas aseveraciones, porque a casi nadie le importa la veracidad y se prefiere tener una explicación -aunque sea ridícula- que un vacío en el registro correspondiente de nuestra cultura particular, pero hay contradicciones tan evidentes en ese planteamiento, que usando la inteligencia no es posible asumirlo: Primero, en lengua mongola, a la “horda” se le llama “sireg” y segundo, los tártaros con su organización civil, sus lujosas tiendas (“huts”), con sus caminos explanados, sus carretas y tiros monumentales, eran cualquier cosa menos hordas; eran una sociedad pastoril y guerrera, pero avanzada, no salvajes desordenados. Imagen de portada.
La búsqueda en euskera no aporta gran cosa a primera vista, aparte de que “orda”, ya en desuso, era una especie de alarma, de aviso, llamada ante la inquietud por alguna amenaza, pero que muy bien pudiera proceder de una época antiquísima, cuando la principal forma de vida era el pastoreo nómada de gran rango y en algunas situaciones de hambruna o estrés de las fieras, podían tener que enfrentarse a ataques de jaurías de cánidos, animales que en condiciones normales “respetaban” los rebaños, pero que bajo excitación podían ser peligrosos.
Esto abre la posibilidad a que “orr da”, donde el comienzo es un genérico para el perro en todos los dialectos vascos y “da”, es un participio generalizador o pluralizador, podría significar manada, jauría, grupo violento de perros que habría supuesto desde la antigüedad una amenaza ocasional para el rebaño y los propios pastores. Imagen de jauría contratando la jerarquía.
En otro ensayo (ver Orquesta en Eukele.com), se trataba la posibilidad de que una voz tan “culta” como orquesta, procediera también del hábito de varias especies de cánidos sociales, de “cantar” durante algunas noches previas al celo, desde rocas prominentes llamadas “cantaderos”, siendo probable que este mismo verbo que se dice provenir del latín “cantare”, pero que carece de cualquier fundamento etimológico desde esa lengua, se derivara de la cornisa o cantil (en euskera, “kantare”), donde los lobos aullaban.
Otras informaciones soportan esta idea con otro común toponímico, como es “órgano”, zonas de fachadas de rocas con paños verticales y zonas accesibles en coronación que recibirían el nombre de “orra ganá”, literalmente, “alto de los perros”, porque desde ellos aullaban… Tampoco deberíamos descartar que el conjunto vocal llamado “orfeón”, que los hipercultos quieren endosar al mitológico Orfeo (que fue asesinado por unas beatas de Baco, seguramente, porque cantaba mal), viniera en realidad de “orr beoi”, donde la parte final -ya poco usada- se refiere a los balidos cansinos de las ovejas estresadas, muy usado por los pastores vasco-franceses y que el francés lo hubiera adoptado como “orr feoi”, como actualmente se le llama en euskera, para pasarlo en la Ilustración a las demás lenguas cultas.
Las orquídeas, esa familia variadísima de plantas con las flores más variadas, nos las venden como derivadas del griego “orchus, orchis”, testículo, según unos porque sus bulbos parecen un escroto, según otros porque son símbolo de la virilidad…
Lo cierto es que “orr kide”, significa en euskera, “amiga de los perros”, condición conocida desde antiguo por los pastores landeses en Francia por no ser tóxicas para los perros y poderse disfrutar en entornos domésticos, siendo llamadas también, “compagnon de chien”:
Y, ¿el orgullo?… Puede creer alguien que use la razón que el orgullo del castellano derive del fráncico “urgôli”, personaje distinguido y no de la aparente arbitrariedad que rige las jerarquías de los cánidos: “orr gul i”[1], grupos que pueden investir como “elemento alfa” al más bruto y carnicero de los jóvenes machos, relegando a los inteligentes añosos, lo que puede llevar a la manada a un desastre?
El perro ha sido un elemento fundamental para la civilización humana, primero como ayuda esencial para el pastoreo y luego, en las sociedades sedentarias, modelo para diversas pautas y formas de comportamiento, no siendo exagerada la máxima de ser “el mejor amigo del hombre”.
[1] “gul”, capricho, arbitrariedad.