Pocos sustantivos que lleven alma adjetiva y admirativa hay en la lengua castellana tan potentes en descripción como el jaleo. Imagen de portada, baile con caballos en Menorca.
Sin embargo, a finales del siglo XVII, cuando la jota se debatía entre “h”, “x” e “i”, Covarrubias no registra tan importante voz en su Tesoro. Tampoco Terreros, un siglo después, ya consolidada la jota, ni Monlau en 1856 la incluyen en sus diccionarios, lo que supone una ausencia inexplicable, que el Diccionario de la Real Academia no esclarece, siendo a finales del XIX cuando se empieza a ver en documentos, como este cuadro de la serie “Jaleo” pintada por J. Singer.
Esa misma Real Academia, da más de veinte sinónimos[1] para esta misteriosa palabra cuyo origen no aclara y que etimologistas como Joan Coromines escamotean (ver su Breve Diccionario Etimológico), huelga que los oportunistas no dudan en apropiarse como los perros hurtan a su dueño el cebo con estricnina para matar alimañas…
Así, lo que se encuentra en páginas o comentarios literarios, dista mucho de poder satisfacer a nadie con espíritu crítico, casi todas ciñéndose a la misma posibilidad: «jaleo», deriva de «jalear», reflejo del árabe «hala» ligado a «Alá». Esta palabra encarna el alboroto y la alegría que son sinónimos de fiesta en la cultura española”.
¿Qué tendrá que ver la expresión del nombre de Dios en árabe con esa veintena larga de situaciones a las que se adapta bien tan singular y enquistada palabra?.
Porque, en el mismo árabe clásico, a la acción de jalear se le nombra con “yahtif”, en el rifeño, parecido al que dicen “andalusí”, “hârâz” y en la lengua thamazig, “sehuwer”, nada cercano al jaleo.
Sin embargo, una incursión al Euskera, nos aporta la interjección “ia”, equivalente a la desafiante frase del castellano. “! a ver ¡”, que el latín copió como “iam” (en este momento), pero sin similares en el indoeuropeo y que ha pasado al español como la interjección “ea”, ya poco usada, pero que en ciertas regiones era y es de recurrencia continua.
Este “ia”, ha evolucionado en los últimos siglos al “ya” y “ja”, forma esta última de gusto meridional, que complementada con “ele”, jerga, lenguaje particular, hizo “ja ele” y con el sufijo aumentativo “o”, quedó en “jaleo”, conjunto de esa multitud de acepciones que encajan con una situación de excitación, de ánimo colectivo de un grupo ante una acción o ejercicio aprobado por todos.
[1] Jarana, jolgorio, fiesta, alboroto, tumulto, lío, bullicio, bulla, barullo, algarabía, riña, pelea, trifulca, gresca, pendencia, altercado, confusión, desorden, ánimo, aplauso, elogio, espoleo, berenjenal, cirio, cisco, quirigay, zipizape…