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Potencial del euskera

La lengua vasca o euskera (“eu izkera”, nuestra forma de hablar), no es tan conocida como el pequeño país en el que se habla, quizás porque la espectacularidad de algunos deportes vascos, como la pelota, las traineras, el arrastre de piedra o los aizkolaris son más llamativos que el idioma. Imagen de portada, ver nota 10.

Para quienes querían saber algo de ella en cualquier parte del mundo antes de la aparición de la Wikipedia, la Enciclopedia Británica era el fondo más visitado. Este diccionario inglés plantea hoy en muy pocos párrafos lo mismo que otros manuales del estilo; exactamente lo mismo que preconiza la Universidad del País Vasco (en adelante, UPV) y lo mismo que asumen la Academia de la Lengua Vasca (Euskaltzaindia) y otros entes culturales.

Es decir hay un acuerdo tácito general entre los gestores del conocimiento y la divulgación, pero algunos investigadores percibimos que aparte de complacencia de la administración, la práctica academicista instalada en la comodidad está facilitando que los entes que gestionan esos dos ejercicios fundamentales se vayan alejando de uno de sus deberes prioritarios, el de buscar la verdad más allá de lo que parece ser auténtico.

Porque el caso es que, con la reiteración de ciertos preceptos, se acaba percibiendo que la comodidad de las administraciones se instala en el pueblo; así, con apenas un vistazo a las publicaciones de acceso libre se puede concluir todo el mundo comulga con las definiciones que los gestores y divulgadores del conocimiento usan para definen el euskera.

Estas son las características más relevantes que aparecen en la “Brittánica” y en otros paneles de información:

  • Lengua aislada, es la única del suroeste europeo anterior al imperio romano que pervive.
  • No hay noticias anteriores a los romanos.
  • En esa época es posible que se hablara más hacia el Este, hacia Cataluña.
  • No desapareció gracias a la caída del imperio romano.
  • También es la única lengua española de esa época que sobrevive.
  • Hubo una expansión medieval hacia el Sur.
  • A pesar de su retroceso, el área en que se habla es parecida a la del siglo XVI.
  • Los escritos más antiguos comprobados eran nombres en lápidas en Gascuña (Aquitania).
  • El primer libro que se conoce es de 1545.
  • Desde 1800 se han hecho ímprobos esfuerzos por impedir su pérdida definitiva.
  • Uno de ellos es la creación del Batúa, lengua unificada no totalmente aceptada.
  • En general, su fonética es muy cercana a la del español, aunque con algunas diferencias.
  • Ha tomado numerosos préstamos de las lenguas romances y el latín.
  • A principios de siglo, grafitos del siglo III en euskera provocaron un amago de escándalo.
  • La “Mano de Irulegi”, texto del siglo II con caracteres ibéricos es un activo inesperado.

Los vascos lo hablan, pero desconocen casi todo de su lengua, especialmente quienes no han conocido la lengua nativa y han aprendido directamente el Batúa, lengua reglada y adecuada para la administración, pero inválida para otros atributos de una lengua natural, entre los que destaca el Potencial del euskera para LA INVESTIGACIÓN DE LA TRANSICIÓN ENTRE LA PREHISTORIA Y LA HISTORIA.

Aunque el objeto de este ensayo es -únicamente- una exposición muy breve de este potencial ante personas y organizaciones, a continuación, se aporta una visión distinta de la oficial a los quince puntos anteriores, numerados del 16 al 30:

 

  • Si bien su gramática y sintaxis son únicas, su riqueza en raíces es comparable a la del Sanscrito y conociéndolo someramente, no es difícil entrenarse para localizar muchas de ellas insertas en lenguas occidentales, especialmente en el latín y en las llamadas lenguas latinas o romances, en las germánicas, en griego, hebreo, hitita y arameo; es decir, es verdad que hay un cierto aislamiento estructural, pero, como se verá más adelante, el léxico de ramas enteras de algunas lenguas está muy relacionado con las raíces vascas.
  • No hay epigrafías muy antiguas, pero la toponimia de un gran entorno que comprende la gran llanura europea, Siberia hasta Kamchatka, oriente medio, las costas mediterráneas incluyendo el norte de áfrica y Macaronesia, es en los grandes elementos físicos de la Geografía explicable por el euskera. Asimismo, infinidad de nombres de biología, anatomía, fauna y flora, minerales, fenómenos atmosféricos y cuestiones de psicología, derecho, sentimientos y diversas técnicas, son -igualmente- de firma euskérika.
  • No solo es posible, sino que hay certeza avalada por miles de topónimos ([1]), de que mucho antes de esa época se ha hablado en toda la península ibérica y en los países que comprenden el contorno citado en el punto anterior. En el propio país vasco hay un topónimo doble que la ciencia permite datar con exactitud y que corresponde a un suceso acaecido hace 8.500 años. En el resto del ámbito, hay docenas que, por su coincidencia con eventos geológicos, se pueden fechar entre hace 15.000 años y la época de la pérdida de dominancia de la ganadería nómada.
  • Este punto es parcialmente cierto, pero es irresponsable plantearlo así, porque la decadencia del euskera no un proceso de siglos, sino de decenas de miles de años, decadencia que se relaciona con el auge progresivo de la agricultura y la desaparición paulatina de la forma de vida nómada que se basaba en una economía principalmente ganadera con apoyo variable de lo que en literatura científica se llama “hunter gatherers”, es decir, caza y recolección, una terminología inadecuada usada con exceso por una literatura ideologizada que describía a los antepasados como “hombres de la piedra” y les suponía sin capacidades superiores hasta que la agricultura y los imperios consiguieron conjurar la ignorancia y crear grandes sociedades organizadas. Este vicio ha desdibujado un proceso de decenas de miles de años para plantear que todo empezó en el “Creciente Fértil, en China y Egipto…” y luego se propagó con fuerza con el auge de los imperios, marcando en nuestra área una fecha ridícula de 2.500 años para el nacimiento de la Historia.
  • Con igual escasez de referencias, se ha asegurado desde la época mal llamada Renacimiento, que las lenguas latinas derivan del latín o “Lengua del Latzio” y que Portugués, Gallego, Bable, Aragonés, Catalán, Valenciano y Castellano ([2]), se generaron en un periodo de cinco siglos tras una orfandad lingüística catastrófica que siguió a la caída del imperio romano, mientras los pobladores nativos que habían olvidado sus lenguas originales tuvieron que empezar a balbucear lo que recordaban del latín hasta crear unas lenguas que sustituyeran a un latín que moría… Paradigma absurdo, pero que los entes que viven de su explotación se cierran en una ortodoxia impropia de nuestra época para impedir investigaciones que demolerían un constructo que ya pasa del medio milenio de insistente aplicación.
  • No se puede negar que hubiera breves expansiones ocasionales en cualquier dirección, pero la dinámica general era la de contracción del uso del euskera([3]) al ritmo en que la agricultura iba siendo “autónoma”, iba ocupando definitiva e irreversiblemente tierras e iba restringiendo la primitiva libertad sin límites de la ganadería extensiva, mejor, de la dinámica natural de los rumiantes, incentivada y aprovechada por generaciones de pastores que recorrían la zona templada del viejo continente, poniendo nombres a los lugares y compartiendo los territorios([4]) mancomunados con otros nómadas, con el efecto de conseguir una especie de “mapa sonoro” de las zonas compartidas
  • La situación actual es engañosa porque, siendo cierto que las áreas son similares a las de hace cinco siglos, los menores de cincuenta años que han estudiado en las ikastolas, conocen, leen, escriben y puntualmente pueden preguntar o responder en Euskera, pero, excepto en la artificiosa administración, en la enseñanza y en algunos medios de comunicación, la lengua ha dejado de ser la esencia comunicativa del pueblo, ha perdido el acento, la gracia y la capacidad creativa al desconocer sus raíces y estar usuarios y no usuarios, imbuidos por los paradigmas dominantes (entre estos, los quince que estamos analizando). De cualquier manera, ortografía aparte, la lengua apenas ha cambiado en los últimos cinco siglos.
  • Uno de los efectos de las normalizaciones lingüísticas generalizadas a partir de la Ilustración, de la enseñanza reglada en escuelas y universidades y de la multiplicación de gramáticas y manuales de lenguas, es que hemos perdido la “habilidad” para relacionarnos con gentes que hablan un dialecto parecido al nuestro, soltura que en la dinámica Prehistórica que aquí se plantea, debió de ser “el pan nuestro de cada día” y su carencia ha llevado a los lingüistas de finales del XIX([5]) a llamar la atención de las notorias diferencias entre “euskalkis”, cuando entre los hablantes habituales, tales diferencias no impedían una conversación precisa y se resolvían completamente en un par de días de convivencia. Desde este punto de vista, tales diferencias son irrelevantes. Por otra parte, la constatación de lápidas o estelas funerarias encontradas en el suroeste francés atribuidas a los primeros siglos de la era y que contienen evidentes rastros de antropónimos vascos han sido sobrevaloradas al relacionarlas con una posible cuna del vascuence, ya que su existencia solamente es indicativa de un sedentarismo temprano en Gascuña, si bien, en esa época la zona de uso del euskera ya estaba muy reducida respecto a la del Neolítico.
  • Que no haya habido libros en euskera hasta el siglo XVI, con un siglo de retraso respecto a las lenguas ya entonces principales y con ochenta de demora respecto al catalán, corrobora tanto el escaso interés tradicional de los vascos por la escritura, como su predilección por “la palabra” y la versificación oral, como la carencia de un estado o administración permanente, bastando para ellos, las esporádicas “juntas generales”.
  • Es cierto que desde la época romántica se han realizado notables y continuos esfuerzos por salvar esta lengua; han sido realizados no solo por personajes nativos distinguidos, por españoles y europeos liberales, sino también por asociaciones culturales, pero aparte de un breve periodo (en los años treinta) en que fue oficial, ha habido que esperar al actual estado democrático para que se creara un euskera unificado.
  • Este producto conocido como “Batúa” era necesario para la forma de vida actual, para responder al globalismo y para seguir la fórmula “académica” de recomponer una lengua que ya no se podía apoyar en las columnas tradicionales (núcleo familiar, vecindad, forma de vida resuelta mayoritariamente en el sector primario y la omnipresente religión) y tenía que salir al mundo normalizado del siglo XX. Su elaboración fue metodológicamente precipitada porque sin disponer de una profunda “arqueología del lenguaje” que es necesaria para ordenar la etimología y llegar a las raíces, se dio carácter central al dialecto más hablado en lugar de ponderar la arcaicidad de las voces. Esto es, se valoró la estadística, porque ninguno de los miembros del encargo fue capaz de rebelarse contra los paradigmas “latín céntricos” que les habían imbuido en la enseñanza secundaria y en la universidad. Así, la lengua obtenida es adecuada para certificar que el vascuence no se ha perdido, para cuestiones administrativas y para crear numerosos puestos de trabajo espurios, pero ha perdido lo que algunos consideramos que es su principal valor para la humanidad: El potencial para recrear la Prehistoria.
  • No es extraño que su fonética -aún habiendo notables diferencias- esté más cerca de la castellana que del portugués, gallego, catalán o francés, porque se habla en los territorios más cercanos desde hace -quizás- cinco o seis mil años ([6]).
  • Este punto es el más descabellado, arbitrario, carente de fundamento y finalmente tendencioso hasta el límite de haber creado desde tiempos de San Isidoro un frente ideológico semejante a un cáncer que, partiendo de una simple idea clasista de las élites religiosas y políticas, a partir del Renacimiento e Ilustración se ha ido vistiendo de falacias que apoyándose en bibliografías previas sin valor alguno, se ha ido consolidando como un verdadero axioma que asigna a latín y griego la sabiduría, la razón, la gestión del conocimiento y la creación de las palabras. Pero la realidad es que salvo un pequeño porcentaje de neologismos ([7]), la gran masa de nombres seres, conceptos, sentimientos, fenómenos, materiales y elementos en los romances y el latín, son préstamos tomados del el euskera y no como se explica, siendo su principal argumento para defender ese postulado, “que han sido encontrados por primera vez en epigrafías de esas lenguas”. El euskera es capaz de explicar la etimología de miles de esas voces apoyándose en sus radicales, prueba que ninguna de la casi veintena de lenguas, puede replicar.
  • La explosiva reacción que el contubernio UPV- EA- Vaticano-Euskaltzaindía desató junto con la pasividad de los demás partidos democráticos, sociedades científicas y universidades privadas cuando percibieron que los grafitos de Iruña Beleia iban a desbaratar los paradigmas sobre los que se cimentaban gran parte de sus arquetipos, arrastró a la prensa a crear un ambiente agresivo y presionó a la Justicia para que en un vergonzoso proceso de varios años cerrara en falso una causa en la que sucesivos jueces descargaron su responsabilidad asumiendo “teorías lingüísticas” creadas por una de las líneas de instrucción del euskera, mientras otras líneas no eran consultadas.
  • El decimoquinto punto, es sobre el descubrimiento reciente cerca de Pamplona de una epigrafía en lámina de bronce con signos ibéricos e incontrovertible mensaje en euskera datada cuatro siglos antes que las de Beleia, hecho que reclama la reapertura de aquel proceso, la entrega a un organismo independiente de la totalidad de grafitos, materiales, documentos  y agendas del  caso y el reinicio de una verdadera investigación que no esté sustentada en teorías, sino en la “revisión” integral de la lengua vasca, apartada de todas las inquinas padecidas los dos últimos siglos.

Esta respuesta a los quince puntos es solo un breve apunte de lo que una verdadera investigación exenta de prejuicios debe acometer, reconociendo previamente que los diccionarios de euskera (incluido el reciente Orotariko) carecen de la sección más importante, una que se dedique a las raíces y que el dispendio que rodea el Diccionario Etimológico Histórico es aún más escandaloso porque este producto es la vergonzosa exhibición de la ignorancia de la UPV en lo referente al euskera y su entrega sin lucha al axioma citado.

A la vez, denunciar que la Academia de la Lengua Vasca se ha dedicado más al folclore y a seguir las iniciativas de una corriente basada en el sucursalismo respecto al latín que a profundizar en infinidad de indicios en territorios y lenguas distantes, que  ignora el potencial de la Toponimia vista desde el euskera y una veintena de disciplinas científicas, descansando únicamente en la filología, materia que -por el momento- no se puede considerar científica, sino el producto de un desarrollo endogámico de  los últimos siglos, que nunca contó con las necesarias “correcciones” desde lenguas como el euskera, desde otras disciplinas verdaderamente científicas ni desde la razón.

Todo este asunto de la entronización del latín como vehículo portador del conocimiento, organizador de la justicia, modelador de un estilo de vida y creador de lenguas, cae estrepitosamente por carencias graves en lo referente a la diacronía y a la señalación de un marco temporal incoherente, pero también por la incapacidad de plantear un marco territorial y una dinámica “viables”, para todo lo cual, el euskera es capaz de soportar una Hipótesis de Partida y un Itinerario más que posible, probable.

La necesaria brevedad de esta “Presentación” obliga a resumir mucho este proceso, que podría contarse así:

La apelación de “Era Cuaternaria” ha sido marcada por la ciencia como el periodo en que los seres humanos comienzan a organizarse, a salir de su “nicho ecológico” y a colonizar la tierra. Su inicio se amplía continuamente según la Arqueología aporta nuevos indicios y ya se fija en los 2,5 millones de años.

La expansión se produjo gradualmente en el conjunto de África, Asia y Europa, partiendo de los ecotonos perimetrales de las selvas tropicales, consistentes en cinturones de praderas con arbolado disperso, que se extendían con mayor frecuencia en el sentido Este- Oeste.

Antes de la Ilustración toda explicación se basaba en las descripciones y en la contabilidad de periodos que aportaban el Génesis y otros libros del Antiguo Testamento por lo que la Creación anulaba cualquier desacuerdo que estudiosos pudieran sugerir. Todo estaba pormenorizado en un mundo de 4.000 años de antigüedad.

El avance de Geología, Geografía y varias ciencias de la Naturaleza, rechazó esos límites para ir fijando otros, quinientas veces más amplios y planteando que el proceso de la civilización ([8]) se inició con la deambulación anárquica de grupos o tribus humanas que subsistían recogiendo productos del medio y cazando; es decir, crearon el modelo([9]) de “caza-recolección” en un intento inconsciente de pintar a las generaciones primitivas como llevadas por el instinto y sin apenas proyección inteligente ni uso del lenguaje.

Ya con criterios científicos y con el recurso de la Arqueología, se planteó que algunas de esas tribus se fueron quedando en lugares especialmente favorables y crearon la agricultura, actividad a la que se le fue adosando como complementaria, la ganadería. Con esta fórmula, las comarcas y regiones se dotaron de ciudades cada vez mayores que concentraban la riqueza, el conocimiento y el poder, mientras en las zonas de producción agropecuaria y selvícola, aún había una población considerable.

Varios milenios con este modelo ya maduro que se había extendido y facilitado la creación de estados e imperios llevaron a las sucesivas Revoluciones Industriales que supusieron una despoblación creciente de las zonas agrarias y el crecimiento y multiplicación de las ciudades y finalmente al mundo globalizado actual, que es más propenso a mirar hacia el futuro, que a entender cómo se ha llegado a este punto.

Aunque parezca imposible, el euskera por sí solo es capaz de poner en duda la veracidad de la parte central del modelo, la que enlaza prehistoria e historia y si es complementado por las disciplinas citadas en el sexto punto, puede llegar a “recrear” una dinámica radicalmente distinta a la oficial.

En concreto, la gran diferencia está en que la primera expansión no se basó en la economía de la caza y recolección, sino en la observación y comprensión de los mecanismos que movían a los rebaños de rumiantes y en el sometimiento de las especies elegidas para brindarles protección y -a la vez- aprovecharse de su leche, sangre, carne, pieles y capacidad de transporte, comenzando a viajar con ellas en sus migraciones; esto es la doma inicial o un pastoreo incipiente.

Esta especie de “pastoreo original” caracterizado por la enorme extensión en que se desarrolla, por su dinámica imparable y por lo elemental y degradable de los instrumentos necesarios, apenas deja muestras arqueológicas([10]) en comparación con las ciudades, donde la concentración de cerámica, metales, joyas y resinas es inmensa y concentrada, circunstancia que ha contribuido a mantener aquélla propuesta de una ganadería subsidiaria de la agricultura, cuando la fórmula fue la inversa: La ganadería nómada facilitó los desplazamientos tempranos de pequeños contingentes humanos, porque llevaban consigo todo lo necesario para vivir.

Es altamente probable que esa forma de economía se prolongara durante decenas de milenios y que sus practicantes usaran además de la suya propia, una “lengua franca” parecida al euskera que sirviera tanto para la denominación de los lugares recorridos, como para un vocabulario utilitario, con un elevado grado de coherencia al ser elaborado con raíces que marcaban funcionalidad y composición y resultaban fáciles de memorizar.

Como resultado final, el sedentarismo definitivo, ha ido llevando a una notable disminución de las relaciones entre tribus y a la diferenciación progresiva y creciente de las lenguas originales, mientras el euskera, única lengua capaz de proyectar cierta luz sobre Toponimia y Etimología ha sobrevivido en un rincón de la Europa occidental, aunque también afectada por la disminución de las relaciones humanas que el pastoreo favorecía.

Esto no solo pone en duda la generación de las lenguas latinas como derivadas del latín, sino de toda la teoría indoeuropea.

Otros corolarios evidentes, son:

Los prejuicios no deberían afectar al proceso científico, pero lo hacen.

Prejuicios respecto al euskera, había en las personas mayores (referentes de mi infancia) y en casi todos los personajes relevantes que he conocido después en ambientes universitarios, profesionales y científicos; gentes que manifestaban con sorna que el euskera era una lengua local, ruda e inválida para la creación como para cualquier otro objetivo destacado.

Es imprescindible revisar las teorías latinizantes de un lingüista vasco que en los años sesenta y reviviendo especulaciones del creador de la Escuela Filológica Española en el siglo XIX, planteaba entre otras genialidades, que el origen de multitud de topónimos estaba en antropónimos que -según él- trasladaban el nombre de personajes romanos a las fincas que se les otorgaban y luego los nombres quedaban fijados al territorio, olvidándose su origen.

Reconocer que la Toponimia en general se basa mayoritariamente en aspectos formales o funcionales del territorio y no en delirios antropogénicos.

Intervenir ante el entramado de intereses que se dan en torno a la cultura, enseñanza, política y negocios, en la comunicación y divulgación y mejorar lo que planteamos para que el euskera se llegue a aplicar como instrumento aventajado de esta lengua en dos ámbitos en los que se ha mostrado contundente: Etimología y Toponimia.

Incluir en los diccionarios las casi 2.600 raíces vascas prehistóricas recuperadas junto a las explicaciones que aportamos en la abundante bibliografía adjunta en el Anexo se describe con notable ventaja y sin contradicciones ni lagunas, lo que el paradigma oficial basado en el latín y en 2.500 años de historia relata con innumerables incongruencias, vacíos, saltos y desconexiones.

Ampliar el ámbito de estudio más allá de las fronteras nacionales porque funciona con iguales explicaciones coherentes para los nombres de lugar y elementos léxicos de países y lenguas vecinas; (especialmente las llamadas “latinas”) marcando la posibilidad de que su extensión a otras áreas del conocimiento como la antropología, arqueología y epigrafías remotas daría resultados de impacto, no descritos aún por la Historia ni por las ciencias citadas.

 

Notas

[1] La Toponimia en el ámbito citado, es un reservorio inmenso de nombres de un origen común, que se han conservado de forma oral hasta que la escritura se ha ido generalizando y que, a pesar de haber sido escritos con signos diversos y casi siempre inadecuados para reproducir sus sonidos originales, se han conservado con suficiente fidelidad como para determinar su repetición en lugares muy alejados y rescatar su significado, coherente con las condiciones físicas de los lugares.

[2] Esto se plantea de forma casi idéntica y sin otro soporte que el seguimiento acérrimo de las ideas de la fiebre renacentista para el aquitano, occitano, francés, ligur, italiano, osco, umbro, siciliano, rumano…

[3] Es probable que un uso sistemático de la Inteligencia Artificial que valore en su justa medida los contenidos históricos y de epigrafías mendaces y considere disciplinas hasta ahora ignoradas para este objetivo, como la Geografía y Geología, Edafología, Hidrografía y Oceanografía, Clima, Ecología, Mineralogía, Agricultura, Ganadería y Pesca; Navegación, Alimentación, Antropología, Psicología, etc., así como técnicas y artes subestimadas para este objetivo, tales como el curtido de pieles, el hilado, tejido y costura, la gestión del fuego, la metalurgia y construcción, etc. , permitan dibujar unos límites que algunos investigadores que “tocamos” todas esas facetas además de un conocimiento profundo y extenso de las raíces de esta lengua podemos intuir en este proceso de uso de una lengua que -posiblemente- fue franca, mientras los grupos humanos que deambulaban por los límites sugeridos, usaban las suyas propias, labor que la IA que ahora da sus primeros pasos podría desarrollar con mucha mayor efectividad

[4] Territorio es un espacio reconocido, utilizado y denominado con un nombre distinguido y único por grupos humanos.

[5] Nuestro célebre Unamuno fue uno de los filósofos que con más saña destacaba la diferencia entre dialectos del euskera, cuando él era incapaz de crear una simple frase vulgar y desconocía el poder de las raíces vascas.

[6] Aparte de que sea imposible la génesis del castellano y de otra quincena de “romances” en la forma y en el plazo que se explica, hay más que indicios, corrientes que señalan esa antigüedad para ellos, siendo -en cambio- el latín la más joven de todas y probablemente una lengua sintética de las élites como lo fuera el ibero.

[7] Neologismos, cuyos componentes, a veces tampoco aguantan un análisis desde el euskera.

[8] Un primer error está en el propio nombre, que relaciona la evolución humana con las “civis”, ciudades.

[9] Este modelo se basó en los comportamientos que los exploradores españoles, británicos, holandeses y portugueses encontraron en las selvas tropicales.

[10] Apenas un caso en España donde aparecieron en 2021 en una sima los restos de una pastora y ocho uros. Imagen de portada.

Anexo.

Bibliografía y otros entornos de comunicación.

 

Goitia Unibaso Juan. España, ¿Ibérica o Vasca?. Gaubeca Bermeo. BI 494 1970.

Goitia Unibaso Juan. Pueblos de Bizkaia (Toponimia). Gráficas Concha Bilbao. 1983.

Goitia Unibaso Juan. Voces derivadas del Euzkera en el idioma Castellano. Imprenta Juvenil. B-40612-1989. ISBN 84-404-5003-6.

Goitia Blanco Javier. El ADN del Euskera (en 1500 partículas). Libros.com.  S212-2013 (1ª edición). Xeito Ediciones 978-1987692846 (2ª edición 2018).

Goitia Blanco Javier. Diccionario etimológico crítico del Castellano. 19 tomos (Agricultura, Alimentación, Anatomía, Biología y procesos vivos, Construcción y edificación, Economía, Física, Geografía, Geología y Mineralogía, Gramática, Guerra, Introducción, Mar, pesca y construcción naval, Medicina, Prendas, Religión, Tema Social, Tecnologías, Útiles y herramientas, Verbos). ISBN 978- 198 (5413047, 1994663, 1992942, 1910687, 5822993, 5414907, 4166081, 4165862, 4165657, 5412712, 5410770, 1994267, 5415294, 4167521, 5446977, 5410497, 6176675, 5819894, 5819320 y 5408074, respectivamente.) 2018.

Cinco libros de la serie “España es palabra vasca”:

Goitia Blanco Juan Ramón. Etimología ISBN 13-979-8634972558. 2020.

Goitia Blanco Juan Ramón. Toponimia Tomo I ISBN  13-979-8594082762. 2021.

Goitia Blanco Juan Ramón. Toponimia Tomo II ISBN  13-979-85057809789. 2021.

Goitia Blanco Juan Ramón. Tomo III. Y la Academia, ¿qué hace? ISBN 13-979-8473144680. 2021.

Goitia Blanco Juan Ramón. Diccionarios Tomo IV. ISBN 13-979-8805475468.

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Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

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