Construcción y Edificación Euskera Geología Guerra Onomástica Toponimia

Sagunto, Murviedro, Arse, Zazinto…

Subí por las murallas de piedra de Sagunto poco después de que su foro hubiera sido reparado con criterios modernos y se desatara un soberbio escándalo por las obras de los “80”

Lo que más emocionaba a un técnico de construcción -como yo-, era el maravilloso aparejo de sus bloques ciclópeos de la estrecha fortaleza de media milla de larga que construyeron los iberos hace tres mil años en el alto de El Calvario y que ni Aníbal (el de los Barcas) consiguió mover, así que lo relativo a los nombres que este hito histórico ha soportado, no me preocupaba. Imagen de portada.

No, al menos hasta que Omar el músico saguntino me preguntara hace unos días si pienso o no “meter mano al origen de Sagunto”.

Lo cierto es que Sagunto está solo en la toponimia española; solo, con apenas el Sahagún leonés que pudiera plantearse como de origen parecido, pero que la Iglesia ya se apresuró a decir que esta ciudad se llamaba así en honor de San Facundo (Sant Fagun), así que ¡todos a callar!… y abstenerse de hacer comparaciones irrespetuosas.

Pero es que tampoco Morbiter ni Murviedro tienen réplicas toponímicas y en cuanto a Morvedre, solo está la pequeña comarca valenciana o “campo” con centro en Sagunto y un par de lugares curiosos en baleares, los predios conocidos como Morvedre Nou y Vell eh Ferrerías, Menorca.

Mucho más abundante es la forma “vedra”, que se prodiga en Galicia y que tradicionalmente se ha traducido como “antigua”, alteración del latino “vétera” sin que nadie lo discutiera (yo, no lo creo).

La leyenda monetal “Arse” que parece referirse a la ceca que emitía moneda en Sagunto, tampoco tiene pareja en la toponimia, aunque si la transcripción fuera “arrese” (en vasco actual, “muralla, cercado de piedra”), la presencia de nombres de esa genética se acercaría a 200.

El otro nombre (Zazinto, quizás “sakinto”) que en documentos más mitológicos que históricos se relaciona con Sagunto, la hipercultura lo lleva a la islita jónica de Zante ó Sacinto, inventándose una historia delirante de viajes comerciales y colonias que explique su fuente en vez de buscar aquí mismo.

Sagunto no es de los lugares fáciles de escrutar para plantear un origen a su nombre, pero puede ensayarse un ejercicio que comience apuntando lo rechazable de los planteamientos oficiales o lo que pueda haber aprovechable en ellos, ya que se barrunta que este nombre contiene la clave para otros muchos que no han sido “bien tratados”.

Lo primero es reconocer que desde la caída del imperio romano y hasta -casi- el final del medievo, los numerosos cambios en el sistema de gestión de las tierras, donde los monasterios y otras organizaciones cristianas tuvieron mucha influencia siendo autores de la mayor parte de los documentos emitidos, se manipularon los nombres de infinidad de lugares para referirlos a santos y mártires en una especie de propaganda de siglos y  haciendo que explicaciones  como la de los mártires leoneses Facundo y Primitivo sean difíciles de creer tanto por la supuesta evolución  de “Facundo”, un nombre popular para llegar a dar “hagún”, como la de olvidarse de Primitivo…

Solía ser muy común que los nombres primitivos de algunos topónimos se maquillaran para acercarlos a los de personajes que la anterior tradición o las recopilaciones de martirologios que a partir del siglo VIII, mostraban coincidencias con el lugar; así, antes de la canalización del complejo fluvial de Valderaduey, la parte oriental de Sahagún era una gran depresión casi permanentemente encharcada “sak un”, entorno hondo y la fantasía de los monjes le hizo proceder de “facun-hacun”.

La referencia latina a “murus” no sería extraña para la muralla saguntina en lo alto de un estrecho cerro y con mejor factura que la propia romana, pero lo de “veterus” no parece el mejor calificativo para una obra atrevida y soberbia. No obstante, por mucho que los “agentes indoeuropeos” nos digan que el “murus” latino viene de una raíz IE tal que “mei” que hubo de existir y significar “construcción”, lo cierto es que procede del Euskera “bur”, elevación, evolucionada y generalizada como “mur”, cabeza, parte alta.

En cuanto a la cola “viedro”, se considera mucho más probable que fuera “vedro”, como se dice en Valenciano, mucho más cercana al adjetivo vasco “bedarra”, pronunciado “bedra”, angosto, estrecho, ya que aparte de la notable elevación de la muralla, su otra característica es la notable estrechez, que en algunos puntos llega a treinta metros.

En cuanto a “Arse”, hay que reconocer que se parece mucho a un topónimo y apellido vasco, relativamente abundante, “Arrese” que significa recinto de piedra, muralla, a partir de “ar” piedra (ahora, “har”) y “ese”, cierre, recinto.

Con respecto a Zazinto (como lo denomina Covarrubias en el facsímil siguiente), en las historias oficiales de hoy, olvidadas las citas del comienzo de la Ilustración, nadie postula que se llamara originalmente “Zazintho”, aunque la parte final del nombre “zinto, kinto”, remeda a un formante muy habitual en toponimia, que aún no ha sido identificado con certeza.

Se trata de “quinto”, representado en más de quinientos lugares que comprenden Canarias y los tres husos de la península y baleares, refiriéndose casi siempre a crestas estrechas y largas, generalmente pétreas, nombre que podría encajar con la cresta de El Calvario, bordeada por la muralla y que expresaría en la lengua ibérica el modo en que se adaptó la crestería para construir el fuerte, tallando y arrastrando bloques “allí mismo”; así, “xa kinto”, donde “xa” equivale al “txa”[1] actual vivienda; originalmente escondrijo, refugio y “kinto”, la cresta, explicaría  en qué lugar se ejecutó la obra inicial, nombre que tampoco está muy alejado de “sa gunto”.

Como resumen, no es posible rechazar ninguno de estos cuatro nombres, todos ellos portadores de retazos de la historia y prehistoria de la ciudad de la desembocadura del Palancia.

 

 

 

[1] “Txa”, raíz principal con idea de protección; inicialmente casa (“e txea”, “txano”, “txabola”, “txamizo”, “txalé”, “txa aula” (jaula), “txoza”…) pero también embarcaciones y vestidos (“txa lopa”, “lan txa”, “txanel”, “txa keta”, “txa leko”,  “chandal”, “txa pela”, “txankala”, “txapin”…)

Sobre el autor

Javier Goitia Blanco

Javier Goitia Blanco. Ingeniero Técnico de Obras Públicas. Geógrafo. Máster en Cuaternario.

1 Comment

Deja un comentario

El tamaño máximo de subida de archivos: 10 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.